Unidad pastoral Santa María de Olárizu / Olarizuko Andre Maria Pastoral Barrutia

Jueves 18 de Abril del 2024

Comentario A TO5 200209

fano


Jesús da a conocer con dos imágenes audaces y sorprendentes lo que piensa y espera de sus seguidores. No han de vivir pensando siempre en sus propios intereses, su

prestigio o su poder. Aunque son un grupo pequeño en medio del vasto Imperio de Roma, han de ser la “sal" que necesita este planeta y la "luz" que le hace falta al mundo.

“Vosotros sois la sal de la tierra". Las gentes sencillas de Galilea captan  espontáneamente el lenguaje de Jesús. Todo el mundo sabe que la sal sirve, sobre todo, para dar sabor a la comida y para preservar los alimentos de la corrupción. Del mismo modo, los discípulos de Jesús han de contribuir a que las gentes saboreen la vida sin caer en la corrupción.

“Vosotros sois la luz del mundo”. Sin la luz del sol, el mundo se queda en tinieblas: ya no podemos orientarnos ni disfrutar de la vida en medio de la oscuridad. Los discípulos de Jesús pueden aportar la luz que necesitamos para orientarnos, ahondar en el sentido último de la existencia y caminar con esperanza.

Las dos metáforas coinciden en algo muy importante. Si permanece aislada en un recipiente, la sal no sirve para nada. Solo cuando entra en contacto con los alimentos y se disuelve en la comida puede dar sabor a lo que comemos. Lo mismo sucede con la luz. Si permanece encerrada y oculta, no puede alumbrar a nadie. Solo cuando está en medio de las tinieblas puede iluminar y orientar. Una parroquia, una unidad pastoral aislada del mundo no puede ser ni sal ni luz.

Un grupo de creyentes que vive encerrado en sí mismo, paralizado por sus miedos y planteando los problemas de lo que les falta para estar como antes… difícilmente da sabor a la vida moderna ni ofrece la luz genuina del Evangelio. Casi podemos escuchar lo que decía la carcoma de la indolencia que pudre un grupo así.

Se habla de la "cultura del encuentro”. También para nosotros, lo que necesitamos hoy la Iglesia es esa capacidad de curar heridas y dar calor a los corazones. Hermosa tarea para la que se necesitan los brazos de todos aquellos que tenemos la experiencia de un Jesucristo entregado.

Así lo que escribió el papa actual es una provocación: “Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades. No quiero una Iglesia preocupada por ser el centro y que termina clausurada en una maraña de obsesiones y procedimientos”.

Para ver la hoja de participación en las celebraciones de este domingo en la Unidad Pastoral Santa María de Olarizu. PINCHA ABAJO.


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