Unidad pastoral Santa María de Olárizu / Olarizuko Andre Maria Pastoral Barrutia

Martes 23 de Abril del 2024

comentario B CU5 18

cartel misiones


Mirad, voy a hacer algo nuevo, ya esta brotando, ¿no lo notáis” (Is 43,19). Estas palabras las encontramos en la lectura de este domingo último de cuaresma. Estamos haciendo un esfuerzo por vivir con mayor fidelidad el seguimiento de Jesús.

Nunca dejaremos de insistir que el Padre no quiere que sus hijos sufran. Se ha remarcado con demasiada fuerza una imagen de un Dios que necesitaba sangre, dolor y muerte para perdonar a sus hijos.

La imagen del grano de trigo, quizás, nos puede ayudar a entender lo que Dios quiere para cada uno de nosotros. Desea que la persona sea capaz de deshacerse por amor y solo por amor. El grano de trigo tiene que morir porque solo así puede dar fruto. Dios quiere que demos fruto, es decir, vida. Para eso tenemos que ir deshaciéndonos.

Sabemos, por experiencia, que todo el que se pone de parte de la vida, si la defiende en serio, tendrá que pasar por situaciones que encierran sufrimiento e incluso terminan en la muerte.

Es humano sentir miedo a entregarse en circunstancias fuertes, incluso sentir miedo ante la muerte. Él lo sintió: “Padre, líbrame de esta hora”. Así lo pidió a gritos y con lágrimas (Hb 5, 7). Pero superó tal angustia por la fuerza que le daba el Padre y por la confianza puesta en Él.

Celebramos, en este día, el compromiso, llevado con firmeza y esperanza, de las Misiones diocesanas. Hace 70 años las Iglesias vascas lo adquiríamos y lo hemos mantenido hasta hoy. Los que hemos tenido la suerte de acompañar a las Iglesias de Ecuador, Angola y otros lugares de los países del Sur, hemos vivido grandes experiencias personales y comunitarias. La defensa de la dignidad humana y el acompañamiento a los pobres, organizados en “comunidades de base”, ha sido el faro que ha guiado nuestra misión y nuestro acompañamiento a esos pueblos.

Este año, bajo el lema “Denok misiolari, la alegría de compartirnos” buscamos concienciar a las comunidades cristianas de la importancia de sentirnos misioneros y misioneras, enviados a llevar el Evangelio y descubrir el gozo de compartir entre iguales desde lo que somos y tenemos”.

Encontramos estas otras palabras en el evangelio de hoy: “El que quiera servirme que me siga, y donde esté yo, estará mi servidor”. Todo arranca de un deseo de seguir a Jesús para servir. Significa compartir su vida y su destino: “Donde esté yo estará mi servidor”. Esto es ser cristiano: Tener las metas que él tenía, ocuparnos de la gente como él se ocupaba, llevar la cruz como él la llevaba.

No podemos dejar de ser misioneros en nuestra sociedad, fomentando la defensa de la justicia y la solidaridad con los últimos del mundo, vivan entre nosotros o en otros lugares de la tierra.

La Iglesia es misionera desde sus raíces. La Iglesia no puede dejar de ser misionera si quiere seguir siendo Iglesia de los seguidores de Jesús. Que nuestra oración y nuestro compromiso nos ayuden a vivir con mayor fidelidad el evangelio de Jesús.

A.A.

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