Unidad pastoral Santa María de Olárizu / Olarizuko Andre Maria Pastoral Barrutia

Miércoles 24 de Abril del 2024

Comentario Evangelio Pentecostés 24 Mayo

Pentecostés


En este domingo conmemora la Iglesia la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles: el gran desconocido del pueblo cristiano. En el libro de los Hechos de los Apóstoles se cuenta que, al visitar San Pablo las comunidades cristianas de Éfeso, se encontró con un grupo de creyentes a los que preguntó si habían recibido el Espíritu Santo. La respuesta fue: “ni siquiera hemos oído hablar de que haya Espíritu Santo” Quizá o sin quizá, muchos cristianos de hoy tendrían que dar la misma respuesta. La Iglesia ha vivido largas etapas en las que se ha “olvidado” del Espíritu Santo, en las que ha sufrido una especie de eclipse. Ha sido el último Concilio, el Vaticano II, el que ha recuperado en parte su presencia. No obstante, en la última cena Jesús les dijo a sus apóstoles: “Os conviene que yo me vaya, porque si no me voy, no vendrá vuestro abogado (el Espíritu)”.

Podemos conocer al Espíritu Santo a través de varias metáforas o imágenes: la del viento y el fuego, la del agua viva y la paloma. Especialmente la del fuego y la del viento. Sobre el viento no se sabe  de dónde viene, ni a dónde va, pero arrastra. Una demostración la encontramos en el cambio que experimentaron los apóstoles, que de estar encerrados, apocados, salieron a la calle sin complejos, decididos”. (J.Canibe).

Este y no otro (sepulcro vacio, apariciones) es el hecho por el que creo en la resurrección de Jesús. Los discípulos y discípulas se transformaron y esto es imposible realizarlo sin la presencia del Espíritu del resucitado.

EL Espíritu Santo, en cierta similitud con el viento, sopla, conmueve, dilata, recrea, transforma e inspira. Inspira lo que debo pensar y decir, cómo debo decirlo, lo que debo callar y escribir, cómo debo obrar.

El Espíritu Santo (el viento) evoca audacia, valentía e invita a abandonar los lugares seguros para salir a la calle. Porque el cristiano no es un “velero” para permanecer seguro en el puerto, sino que está llamado a salir a la mar.

 

Por eso, porque tenemos que salir a la calle, movidos por el Espíritu, como el velero a alta mar, recojo esta breve reflexión ante las elecciones municipales y a Juntas Generales de este domingo, basado es unas palabras del papa Francisco: “Que los cristianos no puedan actuar en política es una idea tan peregrina que solo se le puede ocurrir a quien desee confinar a la Iglesia en la esfera de lo estrictamente privado, a las simbólicas sacristías”.

Lo acaba de repetir el papa Francisco en un vivaz encuentro con un grupo de jóvenes italianos, ex-alumnos de los jesuitas...

Un joven le preguntó sobre el compromiso de los cristianos en la construcción de una sociedad más justa y solidaria, y el Papa reafirmó que un católico no solo “puede hacer política” sino que “debe” hacerla y comprometerse, porque –dijo citando al beato Pablo VI- “la política es una de las formas más altas de la caridad, porque busca el bien común”.

En su explicación posterior, el Santo Padre llegó a decir que hacer política es una forma “martirial”. “Sí, es una especie de martirio, un martirio cotidiano: buscar el bien común sin dejarte corromper...

“¿Yo, católico, puedo mirar desde el balcón? No se puede mirar desde el balcón. Mójate. Da lo mejor de ti mismo. Si el Señor te llama a esa vocación, haz política...” (Vida Nueva nº 2.940, pág. 15)

A.A