Unidad pastoral Santa María de Olárizu / Olarizuko Andre Maria Pastoral Barrutia

Jueves 25 de Abril del 2024

Evangelio domingo Exaltac de la Cruz

Cruz


Mi amigo Josetxu Canibe acostumbra hacer unas buenas homilías. Teniendo en cuenta su reflexión os envío mis sugerencias, para que os ayuden a caminar siguiendo los pasos de Jesús.

En este domingo celebramos la fiesta de “La exaltación de la Santa Cruz”. El título parece un contrasentido, un disparate: exaltar la cruz, el sufrimiento. Como si esto se pudiera exaltar. Ya que exaltar significa, equivale a ensalzar, enaltecer, aclamar, alabar, encumbrar. Y alabar, ensalzar la cruz no parece lógico.  La cruz era “locura para los paganos y escándalo para los judíos”. Todavía sigue siendo un contrasentido para muchos. Pero, no cabe duda, que la cruz se ha convertido en el símbolo más universal y lo vemos repetido en multitud de lugares y en los rincones más extraños.

Recuerdo una canción que dice: “Nos ha dado la dicha, nos ha dado el llanto. Así yo distingo dicha de quebranto, los dos materiales que forman mi canto”. La podríamos traducir por cruz y gozo que forman mi vida. La vida está amasada con trozos de amor y de fraternidad. Pero también tiene una cara sombría por la presencia del odio, de la mentira y de la corrupción. Actitudes, estas últimas, que fabrican nuestras cruces. Por eso, nadie se libra de la cruz, todos tenemos nuestra cruz o nuestras cruces. Es verdad que unos mucho más que otros. La fe cristiana no aconseja ir en busca de un sufrimiento extraordinario, sino aguantar el sufrimiento corriente, normal, diario. La cruz de cada día. “hay que aprender a sufrir” es una de las frases que más se repite a los deportistas.

En segundo lugar, no solo soportar el dolor, sino combatirlo. No podemos permanecer indiferentes ante el dolor propio o ajeno. Jesús lo combatió. El cristianismo de los primeros siglos se preocupó intensamente de los enfermos, de los necesitados, de los débiles. Y esta dedicación sigue siendo una de las misiones, de las tareas de la Iglesia y de los cristianos: colaborar en la compleja lucha contra el dolor, la pobreza, el hambre, la enfermedad, la injusticia.

En tercer lugar, no solo combatir el dolor, sino transformarlo. Pensemos en las personas a las que el sufrimiento lejos de destruirlas o de amargarlas, las ha hecho más humanas. Sencillamente en vez de embrutecer al paciente, le ha convertido en más humano, en más sensible. Nunca llegaremos a eliminar el dolor, el sufrimiento, la cruz.

Nunca convertiremos esta tierra en un paraíso. No obstante, la fe nos dice que así como lo característico en la vida de Jesús no fue el dolor, sino una “gozosa serenidad”, algo similar nos puede suceder a nosotros, luchando contra el dolor y el sufrimiento.

Ojala tengamos la fuerza de convertirnos en Cirineos de los demás y que los demás sean nuestros “cirineos”.

 

A.A.