Unidad pastoral Santa María de Olárizu / Olarizuko Andre Maria Pastoral Barrutia

Viernes 29 de Marzo del 2024

Sobre el Evangelio domingo 21 Sept 2014

Evang trabajadores en la viña


(Reflexión basada en el comentario al evangelio del domingo en la P. San Vicente de Abando de Bilbao)   La lectura más correcta de esta parábola nos dice cómo el comportamiento de Dios con los seres humanos no es como el que nosotros solemos tener en nuestras relaciones con los demás, incluso en asuntos de dinero, de ganancias y economía, que es lo que suele interesar más a la inmensa mayoría de los mortales.

Dios no nos trata según la lógica de la productividad en el trabajo. Dios nos trata por motivos que brotan del corazón, del respeto y el cariño, de la bondad y de la ternura. El corazón de Dios es tan profundamente bueno, que privilegia a los últimos, a los más desgraciados de la vida, a los que la lógica de los hombres nunca privilegia. Dios es justo porque da a cada uno lo que es necesario para vivir una vida digna, a los primeros porque  se ha ajustado en un denario  y a los últimos porque es bueno. Se supone que  en aquella sociedad un denario era  un sueldo digno. Hoy equivaldría pienso yo, a   unos 1.300 euros.

En la situación de crisis que estamos viviendo, la determinación con la que estamos llamados a actuar esta basada en  la lógica de la bondad de Dios, no con la conducta de los gestores de la economía y de la política. La política que más necesitamos es la política de Dios con los últimos. La política que le da la "vuelta a la tortilla". No me atrevo a decir los primeros deben ser los últimos; no  quitar a unos para poner a poner, sino igualar, para  dotar a todas las personas de lo necesario para vivir con dignidad. Se trata de  apoyar a los parados, los desahuciados, los que se ven privados de unos derechos fundamentales, como muchos de los  inmigrantes. Este principio es irrenunciable, aunque tengamos autoridades que digan lo contrario y traten de intoxicarnos para seguir con sus privilegios ¿Nos vamos deshumanizado? No podemos hacernos insensibles al sufrimiento humano.

El gran pago que Dios nos ofrece a todos es la participación en la alegría de servir, de sentirnos dichosos porque participamos de la dinámica generosa Dios. La parábola nos dice que todos tenemos un lugar en la construcción del mundo,  (la Viña del Señor) según la voluntad de Dios. Estamos a principio de curso, y seguro que, además de ser responsables en nuestro trabajo y en el ambiente familiar,  en nuestra comunidad tenemos ocasión de colaborar en algún servicio. Y en nuestra población o barrio hay acciones solidarias en que podemos ayudar: « ¡Id también vosotros a mi viña!»

 

A.A.