Unidad pastoral Santa María de Olárizu / Olarizuko Andre Maria Pastoral Barrutia

Jueves 18 de Abril del 2024

comentario C TN4 220102

fano


La tradición bíblica insiste en que el Dios de Israel es un “Dios escondido”, así lo expresa el libro de Isaías.

Los cristianos también lo afirmamos. El Dios “revelado” en Jesucristo, sigue siendo un misterio. La novedad de la fe cristiana es confesar, a partir de Cristo, que de ese Dios oculto sabemos lo más importante. Su misterio insondable es un misterio de amor y tiene esa actitud de misericordia, de compasión, de perdón. De primacía de los más frágiles y pequeños.

Y vemos que en nuestro derredor la referencia creyente y cristiana se ha convertido en una huella en la arena. Para muchos, Dios es no solo un Dios escondido, sino un Dios ausente. Dios ha volado de su acción, de su mente, de su vida. Dios se ha evaporado de su corazón. Su vida transcurre al margen del misterio. Fuera de su pequeño mundo de preocupaciones no hay nada importante. Así, lo verdaderamente trascendental para ellos es llenar esta corta vida de bienestar y experiencias placenteras. Eso es todo.

Sin embargo, nuestra fe nos lo recuerda una vez más. El Dios escondido no es un Dios ausente. En el fondo de la vida, detrás de las cosas, en el interior de los acontecimientos, en el encuentro con las personas, en los dolores y gozos de la existencia, está siempre el amor de Dios, sustentándolo todo.

Muchos han quedado hoy sin capacidad de percibir su presencia. Pero la vida no ha cambiado. Dios sigue ofreciéndose calladamente en el interior de cada persona y de cada cosa. El mensaje último y decisivo que él pronuncia sobre cada ser humano puede escucharlo cada uno en el fondo de su corazón. Por eso, el primer paso hacia la fe es ponernos a escuchar a ese Dios que ni pregunta ni responde con palabras humanas, pero está ahí, en el interior de la vida, invitándonos a vivir con confianza.

Estamos celebrando estos días la encarnación del Hijo de Dios. Como dice el evangelista san Juan: “A Dios nadie lo ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer”. Dios sigue escondido, pero en Cristo nos ha revelado hasta dónde llega su amor al ser humano.

Este es el mensaje último de la fiesta de Navidad. Dios es amor. Tiene su rostro vuelto hacia nosotros. Nos bendice y nos mira con amor. Y en este mundo que está mal, tendríamos que recordar lo que nos ha dicho el evangelio hoy. La naturaleza con la fuerza de riadas y volcanes y la destrucción que ocasiona… el mundo está mal. La sociedad, tan dependiente y sumisa a la economía, valorando todo desde el precio y el beneficio, el mundo está mal. Seguimos oyendo el precio de la luz y a los que no pueden pagarlo en este invierno que ahora comienza, el mundo está mal. El mundo el está mal por los cuatro costados, y los creyentes sabemos que está en las manos buenas de Dios.

 

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