Unidad pastoral Santa María de Olárizu / Olarizuko Andre Maria Pastoral Barrutia

Viernes 29 de Marzo del 2024

comentario C TO26 220918

fano


Según Lucas, cuando Jesús gritó: “No podéis servir a Dios y al Dinero”, algunos fariseos que le estaban oyendo y eran amigos del dinero “se reían de él”. Jesús no se echa atrás.

Al poco tiempo narra una parábola desgarradora para que los que viven esclavos de la riqueza abran los ojos.

Jesús describe en pocas palabras una situación sangrante. Un hombre rico y un mendigo pobre, que viven próximos el uno del otro, están separados por el abismo que hay entre la vida de opulencia insultante del rico y la miseria extrema del pobre.

El relato describe a los dos personajes destacando fuertemente el contraste entre ambos. El rico va vestido de púrpura y de lino; el cuerpo del pobre está cubierto de llagas. El rico banquetea espléndidamente no solo los días de fiesta, sino a diario; el pobre está tirado en su portal, sin poder llevarse a la boca lo que cae de la mesa del rico. Solo se acercan a lamer sus llagas los perros que vienen a buscar algo en la basura.

No se habla en ningún momento de que el rico ha explotado al pobre o que lo ha maltratado o despreciado. Se diría que no ha hecho nada malo. Sin embargo, su vida entera es inhumana, pues solo vive para su propio bienestar. Su corazón es de piedra. Ignora totalmente al pobre. Lo tiene delante, pero no Io ve. Está ahí mismo, enfermo, hambriento y abandonado, pero no es capaz de cruzar la puerta para hacerse cargo de él.

No nos engañemos. Jesús denuncia la situación de la Galilea de los años treinta, pero no solo lo de aquella época. La palabra se actualiza. Es para ser oída referida a nosotros y a nuestra realidad. Está tratando de sacudir la conciencia de quienes nos hemos acostumbrado a vivir en la abundancia teniendo junto a nuestro portal, y en el portal de al lado, a solo unas horas de vuelo, a pueblos enteros viviendo y muriendo en la miseria más absoluta.

Es inhumano encerrarnos en nuestra “sociedad del bienestar” ignorando totalmente esa  “sociedad del malestar”. Es cruel alimentar esa “secreta ilusión de inocencia” que nos permite vivir con la conciencia tranquila pensando que la culpa es de todos y de nadie.

Cuando escuchamos esta palabra de Jesús como referida a nosotros surgen tareas. Nuestra primera tarea es romper la indiferencia. Resistirnos a seguir disfrutando de un bienestar vacío de compasión. No continuar aislándonos mentalmente para desplazar la miseria y el hambre que hay en el mundo hacia una lejanía abstracta para poder así vivir sin oír ningún clamor, gemido o llanto.

El Evangelio nos ayuda así a vivir vigilantes, sin volvernos insensibles a los sufrimientos de los abandonados, sin perder el sentido de la responsabilidad fraterna y sin permanecer pasivos cuando podemos actuar.

 

Para ver la hoja de participación de una de las parroquias de la Unidad Pastoral. PINCHA ABAJO.

 


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