Unidad pastoral Santa María de Olárizu / Olarizuko Andre Maria Pastoral Barrutia

Sábado 27 de Abril del 2024

comentario adviento 2 2016

mujer en el desierto


La lectura del evangelio nos presenta a Juan, como profeta, de una manera un tanto sorprendente. No predica en Jerusalén como Isaías y otros profetas. Vive apartado de la elite del templo. Tampoco es un profeta de la corte. De él se dice que es «una voz que grita en el desierto», un lugar difícil al que los acomodados y poderosos no se suelen acercar.

Si habéis tenido la suerte de estar un tiempo, sosegados, en algún desierto, no, únicamente, en plan turístico sino en ambiente de recogimiento y silencio, con certeza que habéis podido experimentar lo que encierra su silencio. Es un silencio que tonifica, sugiere y provoca.

No se escucha allí el bullicio de la calle, ni las tertulias de la tele, ni los anuncios publicitarios, llenos de color y movimiento. Se escucha el susurro del viento, el silencio que envuelve, la soledad rodeada de misterio. Es uno de los mejores lugares para abrirse al misterio de la vida humana y al mismo tiempo a Dios y al universo.

Es un lugar muy apropiado para acoger el mensaje de Juan: «Convertíos»: «Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos». No son sendas que nos llevan “al templo”, o al aislamiento individualista, sino caminos que nos dirigen al encuentro con uno mismo y con los demás. Nos sugiere limpiar, allanar, igualar, acoger y suavizar.

Se necesita mantener una conversión permanente para apropiarnos de esta invitación: “Convertíos a Dios, porque el Reino está cerca”. Necesitamos alimentar una “conversión sostenida” que encierre el compromiso de crear un "mundo alternativo", otra forma de ver la vida, otros valores, otros criterios. Para hacer eso, no se puede ser "funcionario" del sistema, poderoso o importante, sino un "auto-excluido" frente al sistema.

Pero mantenerse en esta conversión no es nada fácil. Es preciso creer en la fuerza del Espíritu que susurra, empuja, sostiene e ilusiona.

Termino con tas palabras de los profetas Isaías y Juan el bautista que hemos escuchado hoy:

“Una voz grita en el desierto:

preparadle un camino al Señor;

allanad en la estepa

una calzada para nuestro Dios;

que los valles se levanten,

que los montes y colinas se abajen,

que lo torcido se enderece

y lo escabroso se iguale.

Se revelará la gloria del Señor” (Is 40, 1-5)

A.A.

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