Unidad Pastoral Santa María de Olárizu
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Domingo IV TO 1 Febrero 2105
(Reflexión basada en la de Parroq San Vicente de Abando). Mis años de “misionero” en Angola y Ecuador me permitieron acercarme a situaciones como la que describe el evangelio de este domingo.
Creo que demonios no existen como seres personales, como seres malos que no son de este mundo y buscan hacer daño a algunas personas desgraciadas de las que, misteriosamente, se apoderan y en las que se instalan hasta que son expulsados por un ritual de exorcismo. La Iglesia católica tiene sacerdotes, llamados exorcistas, para liberar a las personas que se sienten poseídas por el demonio.
Yo he hecho alguna acción religiosa, parecida a un exorcismo, como rezar oraciones y echar agua bendita sobre la persona que se creía poseída por el demonio para que se tranquilizara y se sintiera liberada de él. Digo que he hecho esto no creyendo en ello. Pero, también digo que no me atrevo a afirmar que no sea posible.
En la antigüedad y aún hoy en algunos grupos humanos, las gentes no sabían o no saben cómo explicar las desgracias y enfermedades, sobre todo las mentales y sicológicas. Para explicar esas situaciones echaban y echan mano de los demonios, que son una manera de hablar para designar las fuerzas del mal, causantes del sufrimiento humano.
En la escena que describe el evangelio, la "autoridad" de Jesús se asocia a la de expulsar demonios. Es decir, la "autoridad" no consiste en saber o tener títulos y cargos, sino en la cualidad de aquellas personas que tienen el carisma de aliviar el sufrimiento de los demás .Para hacer eso no es necesario poseer poderes sobrenaturales sino tener voluntad de estar de parte del que sufre, estar junto a quien lo pasa mal, ayudarle y, sobre todo, quererle, Si esto lo hacemos sintiéndonos impulsados por el Espíritu de Dios, mejor. Cuando Jesús cura al endemoniado, la gente exclama: “este enseñar con autoridad es nuevo”. Es un enseñar nuevo porque sana, fortalece, cura, es dador de vida.
Lo que más necesitamos no son doctrinas y teorías, sino liberarnos de las fuerzas del mal que nos causan sufrimiento y nos hacen, a veces, muy desgraciados.
Nosotros no somos “escribas ni doctores" sino seguidores de Jesús que queremos vivir desde alguien que es Maestro de vida
A.A.
LAS COSAS HUMILDES
A la gente humilde que camina
con sudor por la senda de la vida
no le pongas piedras en los pies,
ni arrojes sal en las heridas.
No le niegues el pan a los pequeños
alegando subida en la harina;
tal vez no oigas su llanto por las noches
pero el día no traerá su bienvenida.
El vaso de agua limpia que regalas
o el asado, el saludo o la caricia
a uno de esos hermanos más humildes
es Dios quien lo recibe y gratifica.
Señor Jesús, que te hemos encontrado
dejando tu palabra en las esquinas
para que el mundo encuentre su existencia,
que tu luz ilumine nuestra vida.
(Benjamín Respaldiza)