Unidad pastoral Santa María de Olárizu / Olarizuko Andre Maria Pastoral Barrutia

Sábado 27 de Abril del 2024

En el Domingo 1 de Cuaresma 22 Feb 2015

Desierto Cuaresma


En noviembre del año 2013 tuve la suerte de ser invitado por un amigo a realizar un viaje a Tierra Santa. Uno de los lugares que más me impactó fue el desierto de Wadi Rum, en Jordania. En él viví una de las últimas  experiencias más motivadoras para profundizar en mi relación con el Dios de Jesús. Marcó una manera, más intensa, de sentir la presencia de Dios en mí vida y en el mundo.

Nos adentramos en el desierto  una mañana espléndida, con unos coches “todo terreno”, a una velocidad respetable, recorriendo bastantes kilómetros de arena, mucha arena, sorteando rocas grandiosas que representaban figuras de animales tales  como elefantes, hipopótamos, cocodrilos, tortugas y otros muchos. Eran grandiosas moles de piedra caliza, bastante oscura, en cuya sombra se asentaban  jaimas beduinas.

Cuando nos bajamos de los “todo terreno” hicimos una oración grupal y después nos dejaron un tiempo libre para pasear por el desierto contemplando aquella maravilla de la naturaleza. Recuerdo que me aparté del grupo y  me sentí  intensamente   envuelto por la presencia de Dios y empujado a rezar y dije: “Tu estas en medio de esta naturaleza tan grandiosa y estás conmigo, sigue envolviéndome, como ahora, toda mi vida con tu presencia y haz que cumpla siempre tu voluntad”. Y me sentí  tremendamente feliz.

Si cuento esta experiencia propia es porque el evangelio de este domingo, primero de Cuaresma, nos presenta a Jesús en el desierto. No se retiró a un monasterio de los que había en aquella época, como Qumran, por ejemplo. Por lo menos, los evangelios no lo recogen. No se retiró al templo de Jerusalén, tan importante para los judíos, a donde iban muchos jóvenes de las familias importantes de la sociedad israelita. Se retiro a un lugar apartado, al desierto. Allí se encontró profundamente  con su Padre y descubrió la misión para la que le había enviado a la  tierra. Así fue porque esa experiencia del desierto  marcó su manera de estar y hacer en la vida “pública”  Los evangelios nos cuentan cómo, de cuando en cuando, se retiraba de noche  a un lugar apartado para orar.

El domingo pasado decía que ¡ojala! nos acostumbráramos a hacer 15 segundos de oración al día, para encontrarnos con Dios y decirle: voy a intentar “cumplir tu voluntad” durante este día.

Los que vivimos en este siglo XXI seguimos teniendo tentaciones. La tradición bíblica nos dice que Jesús sufrió tres tentaciones, bastante experimentadas por todo ser humano: El poder, el tener y la gloria.

“Jon sobrino, teólogo jesuita, señala que a la sociedad moderna le salpican principalmente tres tentaciones o pecados: “ el insulto a los pobres”, la ignorancia culpable o voluntaria” y “la tomadura de pelo” en cuanto a que nos quieren vender, nos quieren hacer creer que la humanidad ha entrado en una época nueva y esplendida. Hoy podríamos añadir una nueva tentación: “la globalización de la indiferencia”, ya que con frecuencia damos la impresión que hemos perdido la sensibilidad ante el sufrimiento del prójimo. ( J. Canibe).

¿Participo de alguna de estas tentaciones?

Concéntrate, recógete “en el  desierto” y haz realidad la invitación para la cuaresma: “Conviértete y cree en el evangelio”.

 

A.A.