Unidad pastoral Santa María de Olárizu / Olarizuko Andre Maria Pastoral Barrutia

Sábado 27 de Diciembre del 2025

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fano


Según Jesús, Dios, que es padre de todos, tiene un gran proyecto: construir en el mundo una gran familia humana. Atraído por este proyecto, Jesús se dedica enteramente a que todos sientan a Dios como Padre y todos aprendan a convivir como hermanos. Este es el camino que conduce a la salvación del género humano. Hoy seguimos viendo como la prepotencia de algunos que se dedican a poner en primer lugar un “nosotros” está envenenando la realidad y haciéndonos olvidar que es mejor construir puentes que edificar murallas.

Para algunos, la familia actual se está arruinando porque se ha perdido el ideal tradicional de «familia cristiana». Para otros, cualquier novedad es un progreso hacia una sociedad nueva. Pero, ¿cómo es una familia abierta al proyecto para la humanidad de Dios? ¿Qué rasgos podríamos destacar?

Amor entre los esposos. Es lo primero. El hogar está vivo cuando la pareja sabe quererse, apoyarse mutuamente, compartir penas y alegrías, perdonarse, dialogar y confiar el uno en el otro. La familia se empieza a deshumanizar cuando crece el egoísmo, las discusiones y malentendidos.

Relación entre padres e hijos. Amor entre los esposos, ¡sí!; solo amor entre los esposos, ¡no! La familia nos habla de generaciones anteriores y de descendientes. Cuando padres e hijos viven enfrentados y sin apenas comunicación alguna, la vida familiar se hace imposible, la alegría desaparece, todos sufren. La familia necesita un clima de confianza mutua para pensar en el bien de todos.

Atención a los más frágiles. Todos han de encontrar en su hogar acogida, apoyo y comprensión. La familia se hace más humana sobre todo cuando en ella se cuida con amor y cariño a los más pequeños, cuando se quiere con respeto y paciencia a los mayores, cuando se atiende con solicitud a los enfermos o discapacitados, cuando no se abandona a quien lo está pasando mal.

Apertura a los necesitados. Una familia que no se encierra en sus problemas e intereses, sino que vive abierta a las necesidades de otras familias: hogares rotos que viven situaciones conflictivas y dolorosas, y que necesitan apoyo y comprensión; familias que por la falta de trabajo o cuyos ingresos escasos e injustos necesitan ayuda material; familias migrantes que necesitan una vivienda para hacer un hogar pueden recibir acogida y amistad.

Crecimiento de la fe. En la familia se aprende a vivir las cosas más importantes. Hace décadas era complicado que los dos miembros hicieran del seguimiento a Jesucristo referencia para su vida… ahora las parejas no siempre comparten la fe, uno creyente y el otro no. Navidad es momento bueno y el hogar lugar mejor para aprender a creer en ese Dios bueno, Padre de todos; para ir conociendo el estilo de vida de Jesús; para descubrir su Buena Noticia; y, ¡quién sabe! Quizás un momento para rezar juntos en torno a la mesa; o alrededor del belén o cantar un villancico con sabor a evangelio… o para tomar parte en la vida de la comunidad de seguidores de Jesús. Estas familias que acogen y viven lo importante, que se dan tiempo, espacio, respeto y cuidado para la fe, para Jesús contribuyen a construir ese mundo más justo, digno y dichoso querido por Dios. Son una bendición para la sociedad.