Unidad Pastoral Santa María de Olárizu
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comentario B TO 34 211121
El juicio contra Jesús tuvo lugar probablemente en el palacio en el que residía Pilato cuando acudía a Jerusalén. Allí se encuentran una mañana de abril del año 30 un reo indefenso llamado Jesús y el representante del poderoso sistema imperial de Roma.
El evangelio de Juan relata el diálogo entre ambos. En realidad, más que un interrogatorio parece un discurso de Jesús para esclarecer algunos temas que interesan mucho al evangelista. En un determinado momento, Jesús hace esta solemne proclamación: “Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que pertenece a la verdad escucha mi voz”.
Esta afirmación recoge un rasgo básico que define la trayectoria profética de Jesús: su voluntad de vivir en la verdad de Dios. Jesús no solo dice la verdad, sino que busca la verdad, y solo la verdad de un Dios que quiere un mundo más humano para todos sus hijos.
Por eso Jesús habla con autoridad, pero sin autoritarismo. Habla con sinceridad, pero sin dogmatismos. No habla como los fanáticos, que tratan de imponer su verdad. Tampoco como los funcionarios, que la defienden por obligación, aunque no crean en ella. No se siente nunca guardián de la verdad, sino testigo.
Jesús no convierte la verdad de Dios en propaganda. No la utiliza en provecho propio, sino en defensa de los pobres. No tolera la mentira o el encubrimiento de las injusticias. No soporta las manipulaciones. Jesús se convierte así en “voz de los sin voz, y voz contra los que tienen demasiada voz”.
Esta voz es más necesaria que nunca en esta sociedad atrapada en una grave crisis económica. La ocultación de la verdad es un presupuesto de la actuación de los poderes financieros y de la gestación política sometida a exigencias. Se nos quiere hacer vivir la crisis en la mentira.
Se procura ocultar la responsabilidad de los principales causantes de la crisis y se ignora de manera perversa el sufrimiento de las víctimas más débiles e indefensas. Es urgente humanizar la crisis poniendo en el centro de atención la verdad de los que sufren y la atención prioritaria a su situación cada vez más grave.
Y con los presos y la cárcel… ¿de verdad lo que se nos señala es la verdad más profunda de nuestro sistema penitenciario? Cuándo se habla de la prisión permanente revisable, ¿qué se nos oculta? ¿Por qué es tan difícil escuchar hablar, valorar una justicia restaurativa? ¿Por qué no se tienen medidas que controlen a los exconvictos de algunos tipos de condena?
Es la primera verdad exigible a todos si no queremos ser inhumanos. El primer dato previo a todo. No podemos acostumbrarnos a la exclusión social y la desesperanza en que están cayendo los más débiles. Quienes seguimos a Jesús hemos de escuchar su voz y salir instintivamente en defensa de los últimos. Quien es de la verdad escucha su voz.
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