Unidad pastoral Santa María de Olárizu / Olarizuko Andre Maria Pastoral Barrutia

Domingo 29 de Junio del 2025

comentario C to13 250629

fano


Las palabras convencen, los ejemplos arrastran. Con los años, viendo que algunas cosas se repiten una y otra vez, algunos tenemos la tentación de añadir sendos adjetivos a ese clásico refrán y decir las palabras convencen a los convencidos y los malos ejemplos arrastran.

Pero hoy tenemos dos ejemplos para nuestra vida creyente, dos ejemplos con palabras y obras que iluminan el camino de la fe. Camino, proceso en el que se va creciendo si nos dejamos arrastrar, si lo tomamos con alegría, con esperanza, con confianza.

Para crecer en fe no basta leer libros sobre temas religiosos ni ir a charlas a las que cada vez vamos menos. Lo importante es fijarnos en el ejemplo y querer aprender de él. Hoy fijarnos en Pedro y hacer como él, escuchar como él lo que nos revela interiormente no alguien de carne y hueso, sino el Padre que está en el cielo y en el fondo de nosotros mismos.

Escuchar a Dios siempre es un don, algo que se nos regala gratuitamente y, al mismo tiempo, es algo que ha de ser recibido y preparado por nosotros.

De nosotros depende remover los obstáculos que nos impiden estar atentos y en silencio. De nosotros depende descender al fondo de nosotros y de la vida. De nosotros depende luchar contra la dispersión y la superficialidad. Y luego, dejar que en nuestro interior “acontezca algo”.

Pero, atentos exclusivamente a la radio o la televisión, internet y los avisos en el móvil, a tik-tok, o WhatsApp apenas nos permitimos escuchar en nosotros otra voz. Así es difícil que en nuestro interior “acontezca algo”. Cuando vivimos ocupados por esa actividad tan absorbente, que nos olvidamos de quiénes somos, qué buscamos y hacia dónde caminamos,… es difícil que en nuestro interior “acontezca algo”.

Cada vez con más cosas que hacer y compromisos que atender. Tal vez nos programamos inconscientemente así con la oculta intención de carecer de tiempo para detenernos y, así, es difícil que en nuestro interior “acontezca algo”. Vivimos guiados por una consigna realmente peligrosa: “Date prisa”, lo que, en el fondo, viene a decir “no pienses”, “no escuches”, “vive aturdido”, “huye fuera de ti mismo”.

Consciente de esta vida nuestra agitada y atropellada, hago eco de una invitación que no recuerdo dónde he leído. Alguno le aplicará la clásica técnica de oír e ignorar… pero entenderá la invitación quien oiga y escuche en ella una propuesta a vivir en su propia experiencia lo que esas palabras sugieren.

«Ea, personilla, deja un momento tus ocupaciones habituales; entra un instante en ti mismo, lejos del tumulto de tus pensamientos. Arroja fuera de ti las preocupaciones agobiantes; aparta de ti tus inquietudes trabajosas.

Dedícate algún rato a Dios y descansa siquiera un momento en su presencia. Entra en el aposento de tu alma; excluye todo, excepto Dios y lo que pueda ayudarte para buscarle; y así, cerradas todas las puertas, ve a El. Di a Dios: Busco tu rostro; Señor, anhelo ver tu rostro».

Y, así, quizás nos ocurra lo que a Pedro en el evangelio. Él tuvo sus palabras. No se trata de que las repitamos. Es algo parecido y distinto, si escuchamos como Pedro lo que nos revela interiormente no alguien de carne y hueso, sino el Padre que está en el cielo, en el fondo de nosotros mismos tendremos una palabra de Dios y nuestra. Una palabra personal. Una palabra que tendrá la certeza de nuestra personal experiencia.

 

Si quieres ver la hoja de participación de la unidad Pastoral para este domingo último de junio fiesta de San Pedro y San Pablo. PINCHA ABAJO.


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