Unidad Pastoral Santa María de Olárizu
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Muchas personas siguen sufriendo de muchas maneras la injusta desigualdad económica. No hemos de engañarnos. No podemos mirar a otro lado. En nuestro entorno más o menos cercano nos iremos encontrando con familias obligadas a vivir de la caridad, personas amenazadas de desahucio, vecinos golpeados por el paro, enfermos sin saber cómo resolver sus problemas de salud o medicación, migrantes a falta de vivienda y de empleo en condiciones justas y legales, jóvenes que no salen del hogar familiar a vivir una vida independiente…
Y la pasividad, la dejadez como reacción de una parte no pequeña de la sociedad. En algunas familias podrá ir creciendo la impotencia, la rabia y la desmoralización. Es fácil que crezca en algunos el egoísmo y la obsesión por la propia seguridad.
Pero también es posible que vaya creciendo la solidaridad. La situación social nos puede hacer más humanos. Nos puede enseñar a compartir más lo que tenemos y no necesitamos. Se pueden estrechar los lazos y la mutua ayuda dentro de las familias. Puede crecer nuestra sensibilidad hacia los más olvidados. Y un impulso para esa actitud es la esperanza. La esperanza en un futuro mejor para todos. La esperanza que nunca nos deja parados y nos mueve a hacer algo en la dirección de la justicia, la libertad, la paz, el bien común a los que nos dejemos mover por ella.
También nuestras comunidades cristianas pueden crecer en amor fraterno. Es el momento de descubrir que no es posible seguir a Jesús y colaborar en el proyecto humanizador del Padre sin trabajar por una sociedad más justa y menos corrupta, más solidaria y menos egoísta, más responsable y menos frívola. Más sensible al cuidado del planeta y menos centrada en el corto plazo de los beneficios personales. Más atenta a los desfavorecidos y menos consumista.
Es también momento de recuperar la fuerza humanizadora que se encierra en la eucaristía cuando es vivida como una experiencia de amor confesado y compartido. El encuentro de los cristianos, reunidos cada domingo en torno a Jesús, ha de convertirse en un lugar de crecer en la esperanza de Jesucristo y de impulso de solidaridad práctica.
Es momento de sacudir nuestra rutina y mediocridad. No podemos comulgar con Cristo en la intimidad de nuestro corazón sin comulgar con los hermanos que sufren. No podemos compartir el pan eucarístico ignorando el hambre de millones de seres humanos privados de pan y de justicia. Es una burla darnos la paz unos a otros olvidando a los masacrados y muertos en tantos actos vandálicos de destrucción de viviendas y colas del hambre; en las guerras que algunos promueven, otros favorecen y tantos quedamos en silencio…
La celebración de la eucaristía bien vivida nos ayudar a abrir los ojos para descubrir a quiénes hemos de defender, apoyar y ayudar en estos momentos. Nos despierta de la «ilusión de inocencia» que permite vivir tranquilos, para movernos y luchar solo cuando vemos en peligro nuestros intereses. Vivida cada domingo con fe, nos puede hacer más humanos y mejores seguidores de Jesús. Nos puede ayudar a vivir con lucidez cristiana, sin perder la dignidad, movidos por la esperanza.
Si quieres ver la hoja de participación de este domingo del Corpus en la Unidad Pastoral Santa María de Olárizu. PINCHA ABAJO