Unidad pastoral Santa María de Olárizu / Olarizuko Andre Maria Pastoral Barrutia

Miércoles 04 de Diciembre del 2024

comentario B TO14 240707

fano


Pongamos título a Jesús, sobrenombre, apodo… Jesús “sacerdote del Templo” no le pega. Jesús “maestro de la Ley” tampoco. En el evangelio que escuchamos se pone otro…. “profeta”.  Los campesinos de Galilea ven en sus gestos curadores y en sus palabras la actuación de un profeta movido por el Espíritu de Dios.

Jesús no sabemos si lo preveía o no pero será rechazado precisamente entre los suyos, los que mejor lo conocen desde niño.

Al parecer, el rechazo de Jesús en su pueblo de Nazaret era muy comentado entre los primeros cristianos. Tres evangelistas recogen el episodio con todo detalle. Según Marcos, Jesús llega a Nazaret acompañado de discípulos y con fama de profeta curador.

Al llegar el sábado, Jesús entró en la pequeña sinagoga del pueblo y “empezó a enseñar”. Sus vecinos y familiares parece que en vez de escucharle o preguntarle, se e escuchan a sí mismos y se hacen toda clase de preguntas. Conocen a Jesús desde niño: es un vecino más. ¿Dónde ha aprendido ese mensaje sorprendente del reino de Dios? ¿De quién ha recibido esa fuerza para curar? Marcos dice que Jesús “se escandalizaban a cuenta de él”. ¿Por qué?

Aquellos campesinos creen que lo saben todo de Jesús. Se han hecho una idea de él desde niño. En lugar de acogerlo tal como se presenta ante ellos quedan bloqueados por la imagen que tienen de él. Esa imagen les impide abrirse al misterio que se encierra en Jesús. Se resisten a descubrir en él la cercanía salvadora de Dios.

Algo más. Acogerlo como profeta significa estar dispuestos a escuchar el mensaje que les dirige en nombre de Dios. Y esto puede traerles problemas. Ellos tienen su sinagoga, sus libros sagrados y sus tradiciones. Viven con paz su religión. La presencia profética de Jesús puede romper la tranquilidad de la aldea.

Si damos un salto, cuando oímos este evangelio, podemos reconocer entre nosotros imágenes bastante diferentes de Jesús. No todas coinciden con la que tenían quienes lo conocieron de cerca y lo siguieron. Cada uno nos hacemos nuestra idea de él. Esta imagen condiciona nuestra forma de vivir la fe. Si nuestra imagen de Jesús es pobre, parcial o distorsionada, nuestra fe será pobre, parcial o distorsionada.

Y podemos pensar, el apodo que le pongo y lo que significa. Profeta, hijo de Dios, Mesías, Cristo. Cuantas parábolas de Jesús recuerdo; que Jesucristo resucitara significa que…

No solo los de Nazaret. Nosotros también tenemos tarea para entender y para vivir nuestra fe.