Unidad pastoral Santa María de Olárizu / Olarizuko Andre Maria Pastoral Barrutia

Martes 16 de Julio del 2024

comentario B TO15 240714

fano


Llega el verano, incluso al norte de la península y, en este momento nos cuadra salir, marchar, caminar… actitud valiosa y, el evangelio que hemos oído, nos propone una motivación.

El relato de Marcos deja claro que solo Jesús es el inspirador, el modelo de la acción, el que encarga cómo hacer. Sus seguidores no harán nada en nombre propio. Son “enviados” de Jesús. No se predicarán a sí mismos: solo anunciarán su Evangelio. No tendrán otros intereses: solo se dedicarán a abrir caminos al reino de Dios.

Primer mensaje que nos lanza. Estar atentos a Jesús y responder a su invitación y al estilo que nos propone para llevarla a cabo. Conclusión: hemos de purificar e intensificar nuestra vinculación personal y comunitaria con Jesús. Hemos de crecer en un contacto más vivo, lúcido y apasionado con Jesús. Sin él haremos todo menos introducir su Espíritu en el mundo.

Al enviarlos, Jesús no deja a sus discípulos abandonados a sus fuerzas. Les da su “autoridad”, que no es para controlar, gobernar o dominar a los demás, sino su fuerza para “echar muchos demonios”, liberando a las personas de lo que las esclaviza, oprime y deshumaniza.

Los discípulos saben muy bien qué y cómo les encarga Jesús. Nunca lo han visto controlando a nadie. Siempre lo han conocido curando heridas, aliviando el sufrimiento, regenerando vidas, liberando de miedos, contagiando confianza en Dios. “Curar” y “liberar” son tareas prioritarias en la actuación de Jesús. Darían un rostro radicalmente diferente a nuestra evangelización.

Jesús los envía con lo necesario para caminar. Según Marcos, solo llevarán bastón, sandalias y una túnica. No necesitan de más para ser testigos de lo esencial. Jesús los quiere ver libres y sin ataduras; siempre disponibles, sin instalarse en el bienestar; confiando en la fuerza del Evangelio.

Quizás es necesario poner en marcha nuevas actividades y estrategias, pero es indispensable desprendernos de costumbres, estructuras y servidumbres que nos están impidiendo ser libres para contagiar lo esencial del Evangelio con verdad y sencillez.

En la Iglesia hemos perdido ese estilo itinerante que sugiere Jesús. Nuestro caminar es lento y pesado. No sabemos acompañar a la humanidad. No tenemos agilidad para pasar de una cultura ya pasada a la cultura actual. Nos agarramos al poder que hemos tenido. Nos enredamos en intereses que no coinciden con el reino de Dios. Necesitamos conversión.