Unidad pastoral Santa María de Olárizu / Olarizuko Andre Maria Pastoral Barrutia

Domingo 01 de Setiembre del 2024

comentario B TO17 240728

fano


Esta semana se ha hablado en Vitoria de una noticia ocurrida hace 50 años. La explosión de dos camiones de propano a la altura del cementerio. Y se han recordado otras noticias en el entorno de la comunidad autónoma sembradas de muertos, de numerosos muertos. Ortuella y el colegio, por ejemplo. En el evangelio pocas veces se habla de numerosos. El evangelio se refiere más veces a lo pequeño, a personas, a grupos y a buenas noticias. Hoy sí, numerosos hambrientos y “signo”, así lo dice el evangelista Juan que no habla de “milagro”. Es invitación a no quedarnos en lo que se narra, sino a descubrir desde la fe un sentido más profundo.

Este evento de “la multiplicación de los panes” ocupó a todos los evangelios. En los cuatro evangelios aparece este episodio. Una comida multitudinaria en medio del campo, en las cercanías del lago de Galilea.

Jesús inicia la historia y así tiene un color, unas actitudes, una finalidad concreta. Nadie le pide que intervenga. Él intuye el hambre de aquella gente y plantea la necesidad de alimentarla. Para Jesús no solo se alimenta a la gente con la Buena Noticia de Dios, le preocupa también el hambre de sus hijos.

Los discípulos no encuentran cómo alimentar en medio del campo a una muchedumbre. Felipe dice que, sin dinero, no se puede pensar en comprar pan. Andrés piensa que se podría compartir lo que hay, pero solo un muchacho tiene cinco panes y un par de peces.

Para Jesús es suficiente. Ese joven sin nombre ni rostro va a hacer posible Io que parece imposible. Su disponibilidad para compartir lo que tiene es camino para alimentar a aquellas gentes. Jesús hará lo demás. Toma en sus manos los panes del joven, da gracias a Dios y comienza a “repartirlos” entre todos.

La escena recuerda las romerías. Una muchedumbre, sentada sobre la hierba del campo, compartiendo una comida gratuita un día de primavera. No hay vino ni carne. Es la comida sencilla de la gente que vive junto al lago: pan de cebada y pescado en salazón. Una comida fraterna servida por Jesús a todos gracias al gesto generoso de un joven.

Esta comida compartida era para los primeros cristianos símbolo de la comunidad nacida de Jesús para construir una humanidad nueva y fraterna. También les evocaba la eucaristía que celebraban el día del Señor para alimentarse del espíritu y la fuerza de Jesús: el Pan vivo venido de Dios.

Lo escribieron para recordar, para tener presente el gesto del joven y la actitud de Jesucristo. Si hay hambre en el mundo, no es por escasez de alimentos, sino por falta de solidaridad. Hay pan para todos, falta generosidad para compartirlo. Ahora y casi siempre la marcha del mundo en manos de poderes económicos inhumanos. Ahora nos da miedo compartir lo que tenemos, y la gente se muere de hambre por nuestro individualismo insolidario, nuestra ceguera, nuestro egoísmo irracional.