Unidad pastoral Santa María de Olárizu / Olarizuko Andre Maria Pastoral Barrutia

Viernes 04 de Octubre del 2024

comentario B TO24 240915

fano


Hay cosas caras y cosas baratas y precios caros y baratos. Y hemos aprendido en la vida que una cosa es lo que vale y otra lo que cuesta. El episodio de Cesarea de Filipo nos habla de esto. ¿Es caro seguir a Jesús? ¿Merece la pena el precio, el costo de ser cristiano? Son preguntas que hemos de responder cada uno. Hemos escuchado cómo les viene la pregunta a los apóstoles. Después de un tiempo de convivir con él, Jesús hace a sus discípulos una pregunta decisiva: “¿Quién decís que soy yo?”. En nombre de todos, Pedro le contesta: “Tú eres el Mesías”. Parece que todo está claro. Jesús es el Mesías enviado por Dios, y los discípulos lo siguen para colaborar con él.

Pero Jesús sabe que no es así. Es fácil confesar a Jesús con palabras, pero todavía no saben lo que significa seguirlo compartiendo su proyecto y su destino. Marcos dice que Jesús “empezó a instruirlos” que debía sufrir mucho. No es una enseñanza más y los discípulos lo tendrán que ir asimilando poco a poco.

Jesús les habla “con toda claridad”. No les quiere ocultar nada. Tienen que saber que el sufrimiento los acompañará en su tarea de abrir caminos al reino de Dios. Al final será condenado por los dirigentes religiosos y morirá ejecutado. Solo al resucitar se verá que Dios está con él.

Pedro se rebela ante lo que oye. Toma a Jesús consigo y se Io lleva aparte para “increparlo”. El primero en confesarlo como Mesías, es el primero en rechazarlo. No está dispuesto a que siga ese camino. Jesús ha de cambiar esa manera de pensar.

Jesús reacciona. Ve en Pedro rasgos de Satanás, el tentador del desierto que busca apartarlo de la voluntad de Dios. Se vuelve de cara a los discípulos y “reprende” literalmente a Pedro con estas palabras: “¡Ponte detrás de mí, Satanás!”. En otras palabras: Pedro, vuelve a ocupar tu puesto de discípulo. Deja de tentarme. “Tu piensas como los hombres, no como Dios”.

Luego llama a la gente y a sus discípulos para que escuchen sus palabras. Las repetirá en diversas ocasiones. No han de olvidarlas jamás. “Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga”.

Seguir a Jesús no es obligatorio. Es una decisión libre de cada uno. Pero hemos de tomar en serio a Jesús. No bastan confesiones fáciles. Si queremos seguirlo en su tarea apasionante de hacer un mundo más humano, digno y dichoso, hemos de estar dispuestos a dos cosas, es el precio a pagar, el costo a asumir en nuestra vida. Primero, renunciar a proyectos o planes que se oponen al reino de Dios. Segundo, aceptar los sufrimientos que nos pueden llegar por seguir a Jesús e identificarnos con su causa.