Unidad pastoral Santa María de Olárizu / Olarizuko Andre Maria Pastoral Barrutia

Miércoles 30 de Octubre del 2024

comentario B TO30 241027

fano


La curación del ciego Bartimeo urge a las comunidades cristianas a salir de su ceguera y mediocridad. Solo así seguirán a Jesús por el camino del Evangelio. El relato es de una mordaz actualidad para la Iglesia de nuestros días.

Bartimeo es “un mendigo ciego sentado al borde del camino”. En su vida siempre es de noche. Ha oído hablar de Jesús, pero no conoce su rostro. No puede seguirlo. Está junto al camino por el que marcha Jesús, y está fuera. Quizás como muchos de nosotros, cristianos sentados junto al camino, que no vemos lo que Jesús propone ni como lo propone Jesús e incapaces de seguir a Jesús.

Asi, entre nosotros es de noche. No reconocemos a Jesús, no entendemos lo que él propone. Nos falta luz para seguir su camino. Ignoramos hacia dónde desea él que se encamine la Iglesia. No somos capaces de ver a dónde quiere llevarnos su Espíritu. Instalados en una religión que no logra convertirnos en seguidores de Jesús, vivimos junto al Evangelio, pero fuera.

¿Nos quedamos tranquilos en esta situación? ¿Podemos cambiar? ¿Queremos cambiar?

A pesar de su ceguera, Bartimeo capta que Jesús está pasando cerca de él. No duda un instante. Algo le dice que en Jesús está su salvación: “¡Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí!”. Este grito repetido con fe va a desencadenar su curación.

Hoy se oyen en la Iglesia quejas y lamentos, críticas, protestas y mutuas descalificaciones. Hoy, cuando se propone el camino sinodal con el Papa al frente, en Roma, nos interesa poco o nada y de lo que nos interesa es más la protesta, la queja, ver el vaso medio vacío. No se escucha la oración humilde y confiada del ciego. Se nos ha olvidado la oración que hicimos hace quince días pidiendo por el Sinodo. Se nos ha olvidado que solo Jesús puede salvar a esta Iglesia. No percibimos su presencia cercana. Solo creemos en nosotros.

El ciego no ve, pero oye y escucha la voz de Jesús, que le llega a través de sus enviados: “¡Ánimo!, levántate, que te llama”. Este es el clima que necesitamos crear en la Iglesia. Animarnos mutuamente a reaccionar. No seguir instalados en una religión convencional. Volver a Jesús, que nos está llamando.

El ciego reacciona de forma admirable: suelta el manto que le impide levantarse, da un salto en medio de su oscuridad y se acerca a Jesús. De su corazón solo brota una petición: “Rabbuní, que recobre la vista”. Si sus ojos se abren, todo cambiará. El relato concluye diciendo que el ciego recobró la vista y “lo seguía por el camino”.

Esta es la curación que necesitamos hoy los cristianos. El salto que puede cambiar a la Iglesia. Si cambia nuestro modo de mirar a Jesús, si leemos su Evangelio con ojos nuevos, si captamos la originalidad de su mensaje y nos apasionamos con su proyecto de un mundo más humano, si nos dejamos llevar por su Espíritu y en nuestra vida personal y comunitaria cuidamos la oración al Padre, la fuerza de Jesús nos arrastrará. Nuestra unidad pastoral conocerá la alegría de vivir siguiéndolo de cerca.

 

Si quieres ver la hoja de participación de una de las parroquias de a Unidad Pastoral para este último domingo de octubre. PINCHA ABAJO.



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