Unidad pastoral Santa María de Olárizu / Olarizuko Andre Maria Pastoral Barrutia

Miércoles 04 de Diciembre del 2024

comentario B TO31 241110

fano


Un chascarrillo y una alerta. No tienen relación y el evangelio de hoy los une.

La alerta. Jesús pone a la gente en guardia frente a los dirigentes religiosos: “¡Cuidado con los escribas!”, su comportamiento puede hacer mucho daño.

El chascarrillo. Algo sencillo de lo que Jesús saca profundas reflexiones. En concreto el gesto de una viuda pobre: la gente sencilla les podrá enseñar a vivir el Evangelio.

Es sorprendente el lenguaje duro y certero que emplea Jesús para desenmascarar la falsa religiosidad de los escribas. No soporta su vanidad y su afán de ostentación. Buscan vestir de modo especial y ser saludados con reverencia para sobresalir sobre los demás, imponerse y dominar.

La religión les sirve, no le sirven a ella ni le sirven a Dios. Hacen “largas oraciones” para impresionar. No crean comunidad, pues se colocan por encima de todos. En el fondo solo piensan en sí mismos. Viven aprovechándose de las personas débiles, a las que deberían servir.

Marcos tiene un interés cuando recuerda estas palabras de Jesús:  poner en guardia a las comunidades cristianas para las que escribe. Los dirigentes religiosos han de ser servidores de la comunidad. Nada más. Si lo olvidan, son un peligro para todos. Hay que reaccionar para que no hagan daño.

En la segunda escena, Jesús está sentado frente al arca de las ofrendas. Muchos ricos van echando cantidades importantes: son los que sostienen el Templo. De pronto se acerca una mujer. Jesús observa que echa dos monedillas de cobre. Es una viuda pobre, maltratada por la vida, sola y sin recursos. Quizás vive mendigando junto al Templo.

Conmovido, Jesús llama rápidamente a sus discípulos. No han de olvidar el gesto de esta mujer, pues, aunque está pasando necesidad, “ha echado todo lo que tenía para vivir”. Mientras unos viven aprovechándose de la religión, esta mujer se desprende por los demás, confiando totalmente en Dios.

Y hay un mensaje para nosotros, igual que lo fue para los que oyeron este evangelio por primera vez. En ese gesto nos descubre el corazón de la verdadera religión: confianza grande en Dios, gratuidad sorprendente, generosidad y amor solidario, sencillez y verdad. No conocemos el nombre de esta mujer ni su rostro. Solo sabemos que Jesús vio en ella un modelo para los futuros dirigentes de su Iglesia.

También hoy tantas mujeres y hombres de fe sencilla y corazón generoso son lo mejor que tenemos en la Iglesia. No escriben libros ni pronuncian sermones, pero son los que mantienen vivo entre nosotros el Evangelio de Jesús. De ellos hemos de aprender los presbíteros y los obispos, de ellos hemos de aprender los cristianos que nos hemos reunido en esta eucaristía.

 

Si quieres ver la hoja de participación de una de las parroquias de la Unidad Pastoral Santa María de Olárizu para este domingo de la iglesia diocesana. PINCHA ABAJO.

 


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