Unidad pastoral Santa María de Olárizu / Olarizuko Andre Maria Pastoral Barrutia

Jueves 06 de Noviembre del 2025

comentario C to32 251109

fano


“Para siempre, Dios”, es una expresión razonable para los creyentes. Ni cada uno de los que aquí estamos, tampoco las parroquias, ni la iglesia, somos seres que duraremos para siempre. A mí me ha tocado ver desaparecer una parroquia en esta ciudad de Vitoria-Gasteiz.

Otra cosa es lo que hacemos mientras vivimos. Hoy, la jornada de la iglesia diocesana, nos ofrece una propuesta, “tú puedes ser santo”. Lo que los creyentes estamos invitados a entender y practicar como Jesús hizo y nos dijo: “sed santos como vuestro Padre es santo”.

Y este Jesús sube a Jerusalén, se encuentra el templo lleno de «vendedores y cambistas», hombres que no buscan a Dios, que se afanan en sus propios intereses. Aquel culto no es un encuentro sincero con Dios, sino un culto que encubre injusticias, opresiones, intereses y explotaciones mezquinas a los peregrinos.

La reacción de Jesús puede llamar la atención, porque no estamos acostumbrados a la imagen violenta de un Mesías que, con unas cuerdas en la mano, se lanza a fustigar a los comerciantes en el templo. Pero sí, esa es la reacción de Jesús al encontrarse, fuera en los soportales del templo, a hombres que buscan aprovecharse de otras personas. Hombres que no buscan a Dios, sino su negocio.

La reacción espontánea de Jesús tiene su razón ante los abusos y atropellos que machacan al inocente. La rabia e indignación de Jesús es un aldabonazo a nuestras conciencias ante el sufrimiento de muchas víctimas y el abuso de otras.

Aquel templo no cumplía la función de ser signo de la presencia de Dios en la comunidad. No era la casa del Padre que quiere reunir a todos sus hijos, que no excluye a nadie. Que desea que todos vivan unidos y a nadie le falta nada. La casa del Padre, la iglesia, el templo de la parroquia, debería ser el lugar donde todos se sientan acogidos y amados como hijos y hermanos. El cabreo de Jesús, ¿podría ser el cabreo de hoy también?

Creo que, en el fondo, aquel gesto violento expresa la crítica profunda de Jesús. Jesucristo no se detiene en analizar el rito judío sino que condena un culto en donde el templo ya no es la casa del Padre. Quizá Jesús tampoco critique nuestro culto: ordenado, limpio, sencillo, más o menos acorde al rito romano. Y entonces, ¿Por qué hoy nos criticaría, sobre qué se quejaría de nuestras celebraciones?

Conocemos la situación que vivimos en nuestra sociedad, nuestras iglesias y nuestros templos deberían ser lugares donde nos encontremos como hermanos, sin juzgarnos unos a otros. Un espacio donde nos encontremos como hermanos, porque creemos en un Padre común. Un lugar donde renovemos nuestra fe para sostenernos en la semana, nos liberemos de odios y rencores. Un lugar donde nos alimentemos de esperanza y de indignación, ¡que hace falta! Un lugar para avanzar hacia la unidad deseada por Jesús, para aportar nuestra colaboración en la construcción del reino.

 

Si quieres ver la hoja de participación de una de las parroquias de la Unidad Pastoral Santa María de Olárizu para este domingo. PINCHA ABAJO.

 


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