Unidad Pastoral Santa María de Olárizu
Áreas pastorales
Cerca de tí
comentario C to34 251123

¡Vaya ambiente el de Jesús en su agonía! Si hay abandono de los suyos y, en vez de silencio respetuoso… burlas y desprecios de quienes lo rodean.
Ven a un crucificado entre otros y a pocas horas de fallecer. Entonces parece que unos pasan factura y otros siguen el comentario. Las autoridades religiosas se burlan de él con gestos despectivos: ha pretendido salvar a otros; que se salve ahora a sí mismo. Si es el Mesías de Dios, el «Elegido» por él, ya vendrá Dios en su defensa.
Los soldados se suman a las burlas. Ellos no creen en ningún enviado de Dios. Se ríen del letrero que Pilato ha mandado colocar en la cruz: «Este es el rey de los judíos». Es absurdo que alguien pueda reinar sin poder. Que demuestre su fuerza salvándose a sí mismo.
Jesús a esos comentarios, a esas burlas, no responde; permanece callado y clavado en la cruz. Para los cristianos, para cualquier seguidor de Jesucristo, ese silencio y esa crucifixión es una respuesta. El enviado de Dios no busca su propia salvación escapando de esa cruz que lo une para siempre a todos los crucificados de la historia. Nuestra fe es en un Dios que nos acompaña, que no nos abandona para siempre a nuestra suerte.
Y, entre burlas y desprecios, una sorprendente invocación: «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino». No es un discípulo, no es un seguidor de Jesús. Es un delincuente crucificado junto a él. Quizás un ejemplo admirable de fe en el crucificado.
Este hombre, a punto de morir ajusticiado, sabe que Jesús es un hombre inocente que no ha hecho más que bien. Quizás intuye en su vida un misterio que a él se le escapa, quizás está convencido de que Jesús no va a ser derrotado por la muerte. Y oímos su súplica. Puestos a pedir y estando en la cruz… Solo pide a Jesús que no lo olvide: algo podrá hacer por él.
Jesús a él sí le responde: «Hoy estarás conmigo en el paraíso». Jesús es la llave que abre las puertas del paraíso, que abre las puertas de la esperanza, que abre puertas. Hay muchas personas que se encuentran con las puertas cerradas y, los seguidores de Jesucristo, incluso estando con manos atadas (quizás no tanto como las de Jesús en el dibujo que acompaña en el powerpoint de esta celebración), aun con las manos atadas estamos invitados a ofrecer llaves de esperanza como Jesús en aquel momento. Cuando los dos están unidos en la angustia y la impotencia, Jesús lo acoge como compañero. Morirán crucificados, pero entrarán juntos en el misterio de Dios.
Este evangelio es, también, una invitación a la esperanza. Dios acoge a todas las personas y en cualquier momento: en la cruz, en la cárcel, en la calle, Jesús los escucha: «Tú estarás siempre conmigo». Dios tiene sus caminos para encontrarse con cada persona, y no siempre pasan por donde nosotros pensamos. Lo decisivo es tener un corazón para abrirnos al misterio de Dios encarnado en Jesús.
Si quieres ver la hoja de participación de una de las parroquias de la Unidad Pastoral Santa María de Olárizu para este domingo de Jesucristo Rey del Universo. PINCHA ABAJO.