Unidad pastoral Santa María de Olárizu / Olarizuko Andre Maria Pastoral Barrutia

Sábado 26 de Abril del 2025

comentario c tp2 250427

fano


Existe en muchas personas, grupos, medios una actitud que también se expresa en cada uno de nosotros: dudamos y somos escépticos de todo y de todos… menos de nosotros. En este clima, la fe queda difuminada como referencia para la vida, queda, con frecuencia, desacreditada. Es algo distinto a cuestionarlo todo para progresar en conocimiento. La actitud de Tomás es diferente. Los cristianos y creo que todos, podemos aprender algo para nuestra vida de este evangelio.

En el evangelio de hoy hemos oído la reacción de Tomás cuando los otros discípulos le comunican que, estando él ausente, han tenido una experiencia sorprendente: «Hemos visto al Señor». La respuesta de Tomás es clara: «Si no lo veo [...], no lo creo».

Vamos al detalle, su actitud es comprensible. Tomás no dice que sus compañeros estén mintiendo o que estén engañados. Afirma que el testimonio de ellos no le basta para adherirse a su fe. Él necesita vivir su propia experiencia. Y, fijémonos, Jesús no le reprochará esta actitud en ningún momento.

Tomás expresa, y ha podido expresar, sus dudas dentro del grupo de discípulos. En la narración no hay comentario de Pedro ni de ningún otro discípulo. Al parecer no se han escandalizado. No lo han echado fuera del grupo. ¡Claro! Ellos tampoco han creído a las mujeres cuando les han anunciado que han visto a Jesús resucitado. El episodio de

Tomás deja entrever el largo camino que tuvieron que recorrer en el pequeño grupo de discípulos hasta llegar a la fe en Cristo resucitado.

Las comunidades cristianas deberíamos buscar espacios, tiempos de diálogo donde compartir honestamente dudas, interrogantes, nuestras búsquedas de creyentes. No todos vivimos en nuestro interior la misma experiencia. Para crecer en la fe necesitamos el estímulo y el diálogo con otros que comparten nuestra misma inquietud.

Y otra cosa, nada puede remplazar a la experiencia de un contacto personal con Cristo en lo hondo de la propia conciencia.

Según el relato evangélico, a los ocho días se presenta de nuevo Jesús. Le muestra sus heridas. No son «pruebas» de la resurrección, sino «signos» de su amor y entrega hasta la muerte. Y añade algo: le invita a profundizar en sus dudas con confianza: «No seas incrédulo, sino creyente». Tomas ya no siente necesidad de pruebas. Tomás sabe que Jesús lo ama y reacciona con una expresión que indica vinculación y confianza: «Señor mío y Dios mío».

Hemos tenido, tenemos o quizás tendremos un día la suerte de, en nuestra oración, ser cortos, vitales, confiados como Tomas. Y diremos, quizás esta noche antes de dormirnos  «Señor mío y Dios mío».

Tengo la confianza que nuestras dudas, vividas de manera sana, sin perder el contacto con Jesús y la comunidad, nos pueden rescatar de una fe superficial que se contenta con repetir fórmulas. Dudas expresadas en comunidad que nos estimulen a crecer en amor y en confianza en Jesús, ese Misterio de Dios que constituye el núcleo de nuestra fe.

 

Si quieres ver la hoja de participacion de una de las parroquias de la Unidad Pastoral Santa María de Olárizu para este domingo de pascua. PINCHA ABAJO


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