Unidad Pastoral Santa María de Olárizu
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Jesús se está despidiendo de sus últimos discípulos. Los ve tristes y acobardados. Todos saben que están viviendo las últimas horas con su Maestro.
Jesús quiere infundirles ánimo compartiendo con ellos. Del collar de esperanza y compromiso que Jesús ofrece en este evangelio, me quedo con tres perlas.
Que no se pare la dinámica por él iniciada. Es la primera perla. Que sus seguidores mantengan siempre viva la Buena Noticia de Dios Padre: ese «reino de Dios» del que les ha hablado tanto. Si lo aman, esto es lo primero que han de cuidar. «El que me ama guardará mis palabras [...] el que no me ama no guarda mis palabras».
Veintiún siglos después, ¿qué hemos hecho del Evangelio de Jesús? ¿Lo vivimos fielmente o lo estamos manipulando desde nuestros propios intereses? ¿Lo acogemos en nuestro corazón o lo vamos olvidando incluso de nuestra memoria? ¿Lo presentamos con autenticidad o lo ocultamos con nuestras doctrinas?
El Padre os enviará en mi nombre el paráclito. Es la segunda perla. No quiere que se queden huérfanos. No sentirán su ausencia. El Padre les enviará el Espíritu Santo, que los defenderá del riesgo de desviarse de él. Este Espíritu que han captado en él, enviándolo hacia los pobres, los impulsará también a ellos en la misma dirección.
El Espíritu será quien les «enseñe» a comprender mejor todo lo que les ha enseñado. Les ayudará a profundizar cada vez más en su Buena Noticia. Les «vaya recordando» lo que le han escuchado. Los educará en su estilo de vida.
Veintiún siglos después, ¿qué espíritu reina entre los cristianos? ¿Nos dejamos guiar por el Espíritu de Jesús? ¿Sabemos actualizar su Buena Noticia? ¿Vivimos atentos a los que sufren? ¿Hacia dónde nos impulsa hoy su aliento renovador?
“Mi paz os doy”. Es la tercera perla. Quiere que vivan con la misma paz que han podido ver en él, fruto de su unión íntima con el Padre. Les regala su paz. No es como la que les puede ofrecer el mundo. Es diferente. Nacerá en su corazón si acogen el Espíritu de Jesús.
Esa es la paz que han de contagiar siempre que lleguen a un lugar. Lo primero que difundirán al anunciar el reino de Dios para abrir caminos a un mundo más sano y justo. Nunca han de perder esa paz. Jesús insiste: «Que no se turbe vuestro corazón ni se acobarde».
Veintiún siglos después, ante nuestra turbación, quizás ante nuestro acobardamiento, esa paz que Jesús nos da porque para nuestra sociedad acelerada y dispersa Jesús es un regalo que podemos ofrecer.
Si quieres ver la hoja de participación de una de las parroquias de la Unidad Pastoral Santa María de Olárizu para este domingo de Pascua. PINCHA ABAJO.