Unidad pastoral Santa María de Olárizu / Olarizuko Andre Maria Pastoral Barrutia

Domingo 01 de Junio del 2025

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La separación. Motivo de pena y parálisis o motivo de esperanza y acción. Es uno de los retos en nuestra vida.

Por ejemplo, cuando fallece un familiar. Nada ni nadie podrá sustituir a la persona querida. Eso es lo que viven los discípulos en este evangelio que hemos oído. Y es la convicción que tienen la presencia de Jesucristo no será sustituida por nadie y nadie puede sustituir la presencia.

Sin embargo, la actitud de Jesús en este momento es distinta. El reto de continuar con la tarea por él iniciada, el reto de vivir la confianza en Dios como él la ha vivido.

Jesús solo piensa en que llegue a todos los pueblos el anuncio del perdón y la misericordia de Dios. Que todos escuchen su llamada a la conversión. Nadie ha de sentirse perdido. Nadie ha de vivir sin esperanza. Todos han de saber que Dios comprende y ama a sus hijos sin fin. ¿Quién podrá anunciar esta Buena Noticia?

Según el relato de Lucas, Jesús no piensa en sacerdotes ni obispos. Tampoco en doctores o teólogos. Quiere dejar en la tierra «testigos». Esto es lo primero: «Vosotros sois testigos de esto». Serán los testigos de Jesús los que comunicarán su experiencia de un Dios bueno y contagiarán su estilo de vida trabajando por un mundo más humano.

Jesús conoce bien a sus discípulos. Ha vivido consecuencias de sus debilidades y de sus cobardías. ¿Dónde encontrarán la audacia para ser testigos de alguien que ha sido crucificado por el representante del Imperio y los dirigentes del Templo? Jesús les ofrece lo que a él le ha dado confianza en tantas situaciones: «Yo voy a enviar sobre vosotros la promesa de mi Padre». Lo que le ha ayudado a asumir el misterio, la impotencia y la injusticia la «fuerza que viene de lo alto». El Espíritu de Dios los defenderá.

El evangelista Lucas describe su partida de este mundo de forma gráfica. La oferta de Jesús toma manera de bendición: Jesús vuelve al Padre levantando sus manos y bendiciendo a sus discípulos. Es su último gesto. Jesús entra en el misterio insondable de Dios, y sobre el mundo desciende su bendición.

A los católicos nos acostumbramos a recibir la bendición. En misa, el uno de enero de manos del Papa, … recibir, sí pero no olvidemos que somos, sois portadores de la bendición de Jesús. Nuestra primera tarea es ser testigos de la bondad de Dios, mantener viva la esperanza, no rendirnos ante el poder del mal. Este mundo, que a veces parece un «infierno maldito», no está perdido. Dios lo mira con ternura y compasión.

También hoy es posible hacer el bien, difundir bondad. Es posible trabajar por un mundo más humano y una convivencia más sana. Podemos ser más solidarios y menos egoístas. Más austeros y menos esclavos del dinero. Fácil no es. De la pandemia no ha salido una sociedad mejor. De las crisis económicas hemos salido más generosos, más atentos a la necesidad de los demás, más buscadores de la verdad. En nuestra sociedad, entre los que pueden, sigue habiendo corrupción. En la relación entre países, hay duras palabras ante la injusticia y hechos que no ayudan a una relación más justa.

Pero Jesús es bendición, y la gente lo tiene que saber. Lo primero es promover una «pastoral de la bondad». Entre nosotros hay testigos y profetas de ese Jesús que pasó su vida sembrando gestos y palabras de bondad. Así despertó en las gentes de Galilea la esperanza en un Dios bueno y salvador. Jesús es una bendición, y la gente lo tiene que conocer. De la mano de los testigos de ese Jesús, la voluntad de Dios, su Buena Noticia se va haciendo realidad, va siendo sembrada.


Si quieres ver la hoja de participación de una de las parroquias de la Unidad para este domingo de la Ascensión. PINCHA ABAJO.


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