Unidad pastoral Santa María de Olárizu / Olarizuko Andre Maria Pastoral Barrutia

Viernes 09 de Mayo del 2025

comentario To 22 A 230903

fano


El dicho está recogido en todos los evangelios y se repite hasta seis veces: «Quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará». Jesús no habla de un tema religioso. Jesucristo plantea a sus discípulos el verdadero valor de la vida.

El dicho está expresado de manera paradójica y provocativa. Hay dos maneras muy diferentes de orientar la vida: una conduce a la salvación; la otra, a la perdición. Jesús invita, nos invita a seguir el camino que parece más duro y menos atractivo, pues este es, precisamente, conduce al ser humano a la salvación definitiva.

El primer camino consiste en aferrarse a la vida viviendo exclusivamente para uno mismo: hacer del propio «yo» la razón última y el objetivo supremo de la existencia. Este modo de vivir, buscando siempre la propia ganancia o ventaja, conduce al ser humano a la perdición.

El segundo camino consiste en saber perder, y no de cualquier manera sino, viviendo como Jesús, abiertos al objetivo último del proyecto para las personas y para la humanidad del Padre Dios: saber renunciar a la propia seguridad o ganancia, buscando no solo el propio bien, sino también el de los demás. Este modo generoso de vivir conduce al ser humano a su salvación.

Jesús habla desde su fe en un Dios salvador, y, sus palabras son una seria advertencia para todos. Imaginad el futuro que espera a una humanidad dividida y fragmentada donde los poderes económicos buscan su propio beneficio; los países su propio bienestar; los individuos su propio interés.

Esta semana he visto, mejor he ojeado en televisión, la noticia que en Africa subahariana cada vez cuesta más encontrar agua. Que de cada cinco pozos, uno está seco. Que las tormentas, cada vez más intensas, destruyen las canalizaciones,…. ¿y qué tiene que ver eso con nosotros? A nosotros nos preocupa nuestra agua, nuestro riego, y el encarecimiento del aceite, de la fruta por la reducción de las cosechas.

La lógica que dirige en estos momentos la marcha del mundo y lo razonable para todos… parece que no pueden ir juntos. Los pueblos y los individuos estamos cayendo poco a poco en la dependencia del «tener, y tener más». Todo es poco para sentirnos satisfechos. Más consumo, más bienestar material, más poder sobre los demás.

Buscamos insaciablemente bienestar, pero, si no miramos a los demás, si cerramos los ojos a la necesidad de los otros… nos estamos deshumanizando un poco más. Queremos «más seguridad y más ecología y más solvencia económica. Pero, si es solo para nosotros y cerramos los ojos y abandonamos a millones de seres humanos en la miseria, el hambre y la desnutrición, eso nos hace unos ricos inhumanos.

Quizás podremos disfrutar de nuestro bienestar cerrando nuestras fronteras a los hambrientos y a quienes buscan entre nosotros refugio de tantas guerras pero la necesidad, el deseo de un futuro mejor seguirá atrayendo personas del Magreb o del África subsahariana, de Pakistán, de Afganistán,  de Siria, por no recordar los países latinoamericanos… semejante atracción provoca reflexión y busca la solidaridad en nuestro ser creyentes ya que ellos, como nosotros, donde están felices, donde debían estar mejor es en su país.

Si los países privilegiados y esos, de momento y por años, somos nosotros solo buscamos «salvar» nuestro nivel de bienestar, si no queremos perder nuestro potencial económico, jamás daremos pasos hacia una solidaridad a nivel mundial. Pero no nos engañemos. El mundo será cada vez más inseguro y más inhabitable para todos, también para nosotros. Para salvar la vida humana en el mundo hemos de aprender a perder. De eso también nos ha hablado hoy Jesús en el evangelio.

 

Si quieres ver la hoja de participación de una de las parroquias de la Unidad Pastoral Santa María de Olárizu para este domingo. PINCHA ABAJO.



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