Unidad pastoral Santa María de Olárizu / Olarizuko Andre Maria Pastoral Barrutia

Viernes 02 de Mayo del 2025

comentario c tp3 250504

fano


Ahora se utiliza el inglés. Voy a hacer “spoiler”. Esto es, cuento el final de la historia… Al final del evangelio de Juan está un relato del encuentro de Jesús resucitado con sus discípulos a orillas del lago Galilea. Cuando se redacta, los cristianos viven momentos de prueba y persecución: algunos reniegan de su fe. El narrador quiere reavivar la fe de sus lectores.

Vamos a la narración. Se acerca la noche y los discípulos salen a pescar. No están los Doce. El grupo se ha roto tras la crucifixión del Maestro. Vuelven a las barcas y las redes que habían dejado para seguir a Jesús. La experiencia ha terminado. Vuelven a la casilla de salida.

Pescadores son, pescar… la noche resulta un fracaso. El narrador lo subraya con fuerza: «Salieron, se embarcaron y aquella noche no cogieron nada». Vuelven con las redes vacías.

Como nosotros y otros, los esfuerzos en medio de una sociedad indiferente apenas obtienen resultados. También nosotros constatamos que nuestras redes están vacías. Es fácil la tentación del desaliento y la desesperanza.

En este contexto de fracaso, el relato dice que «estaba amaneciendo cuando Jesús se presentó en la orilla». Sin embargo, los discípulos no lo reconocen desde la barca. Tal vez es la distancia, tal vez la bruma del amanecer y, sobre todo, su corazón entristecido lo que les impide verlo. Jesús está hablando con ellos, pero «no sabían que era Jesús».

Quizás también nos pasa a nosotros. Preocupados por sobrevivir, constatando cada vez más nuestra debilidad, no nos resulta fácil reconocer entre nosotros la presencia de Jesús resucitado, que nos habla desde el Evangelio y nos alimenta en la celebración de la cena eucarística.

Es el discípulo más querido por Jesús el primero que lo reconoce: «¡Es el Señor!». No están solos. Todo puede empezar de nuevo. Todo puede ser diferente. Con humildad, pero con fe, Pedro reconocerá su pecado y confesará su amor sincero a Jesús: «Señor, tú sabes que te quiero». Los demás discípulos no pueden sentir otra cosa.

En nuestros grupos y comunidades cristianas necesitamos testigos de Jesús. Creyentes que, con su vida y su palabra, nos ayuden a descubrir en estos momentos la presencia viva de Jesús en medio de nuestra experiencia de fracaso y fragilidad. Los cristianos saldremos de esta crisis acrecentando nuestra confianza en Jesús. A veces no somos capaces de sospechar su fuerza para sacarnos del desaliento y la desesperanza.

 

Para ver la hoja de participación de una de las parroquias de la Unidad para este domingo de pascua. PINCHA ABAJO.


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