Unidad Pastoral Santa María de Olárizu
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comentario To 31 A 231105
Jesús, profeta fiel a Dios Padre, al Dios Abba, a la gente y a sus discípulos, hace una dura crítica a los dirigentes religiosos de Israel. Mateo lo recoge años después quizás para que los dirigentes de la Iglesia cristiana no caigan en conductas parecidas la homilía está dirigida, es una invitación para que obispos, presbíteros y cuantos tenemos alguna responsabilidad eclesial hagamos una revisión de nuestra actuación.
«ellos dicen, pero no hacen». El pecado de la incoherencia. No vivimos lo que predicamos. Tenemos poder, pero nos falta autoridad. Nuestra conducta nos desacredita. La vida más evangélica de los dirigentes quizás cambiaría el clima en algunas comunidades cristianas.
«Lían fardos pesado y se los cargan a gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar». Estar atentos, no caer en ser exigentes y severos con los demás, compresivos e indulgentes con nosotros. Ser de los que agobiamos a la gente sencilla con nuestras exigencias, pero no les facilitamos la acogida del Evangelio. Es que, cuando actuamos así, no somos como Jesús, que se preocupa de hacer ligera su carga, pues es humilde y de corazón sencillo.
«Todo lo hacen es para que los vea la gente». Tentación de los que ponemos la cara,… vivir pendientes de nuestra imagen, buscando casi siempre «quedar bien» ante los demás. No vivimos ante ese Dios que ve en lo secreto. Estamos más atentos a nuestro prestigio personal.
«Les gusta los primeros puestos [...] y los asientos de honor [...] y que la gente los llame ‘rabbí’». No pocas veces, los “responsables de la iglesia” buscamos ser tratados de manera especial, no como un hermano más. ¿No es ridículo que un testigo de Jesús busque ser distinguido y reverenciado por la comunidad cristiana?
«No os dejéis llamar ‘rabbí' [ ... ] ni maestro [... ] porque uno solo es vuestro Maestro el Mesias». Las palabras de Jesús son claras: renunciad a los títulos para no hacer sombra a Cristo; orientad la atención de los creyentes solo hacia él. Quizás es momento para suprimir tantos títulos, prerrogativas, honores, dignidades y hacer lo posible para mostrar mejor el rostro humilde y cercano de Jesús.
«No llaméis a nadie padre vuestro en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el del cielo». Para Jesús, el título de Padre es tan único, profundo y entrañable que no ha de ser utilizado por nadie en la comunidad cristiana. ¿Cuándo se nos ha olvidado?
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