Unidad Pastoral Santa María de Olárizu
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comentario A CUA 5 2017
“El tema central de este relato, como resulta evidente, es la vida. Más exactamente: el triunfo de la vida sobre la muerte. Y es el triunfo de la vida sobre la muerte, como efecto de un cariño intenso. Es el cariño de un amigo, que quiere tanto a Marta, María y Lázaro, que no soporta su dolor, su pena, sus lágrimas. Y se emociona y llora al palpar de cerca la ausencia del amigo al que se echa de menos. La lección es clara: la humanidad de Jesús es fuente de vida. Jesús fue un ser humano, tan profundamente bueno, fiel a la amistad, tan entrañable, que no pudo soportar el sufrimiento de sus amigos, posiblemente los amigos a los que más quiso en esta vida… Hablamos de la "vida" sin adjetivos. Las religiones y sus teologías no han cesado de ponerle adjetivos a la vida: "sobrenatural", "divina"; "religiosa", "consagrada", "espiritual", "eterna"... Y las teologías le han dado tanta importancia a los adjetivos, que, por ejemplo, en nombre de la vida "eterna" no han dudado en quitarle la vida (sin más) a mucha gente. Eso es lo que han hecho y siguen haciendo todos los "religiosos" fanáticos. ¿Puede haber mayor aberración? ¿Puede haber una negación más brutal de Dios?” (J.M. Castillo).
El hecho de la resurrección de Lázaro siempre me ha resultado difícil aceptarlo. Me parece un hecho prodigioso que encierra mucho misterio. ¿Es un milagro? Tengo claro que “es la fuerza y el poder de "lo divino", puesto al servicio de "lo humano, al servicio de la vida”. Pero ¿fue una acción milagrosa? Los estudiosos de la Biblia dicen que, quizá, fue uno de los pocos milagros que hizo Jesús.
En los muchos funerales que me corresponden celebrar en esta Unidad Pastoral, acostumbro a rezar el prefacio primero de difuntos. Lo elijo porque hace unas afirmaciones muy claras, muy cargadas de fe confiada, muy optimistas. Dicen, “la muerte no es el final del camino, porque la vida de los que en Ti creemos, no termina, se trasforma y al deshacerse nuestra vida terrenal, adquirimos una mansión eterna en el cielo”. Son palabras cargadas de confianza y esperanza.
Por eso, cuando celebramos el funeral de una persona que nos ha querido mucho y hemos querido a rabiar, cuando la hemos cuidado con entrega permanente y total porque ha dependido de nosotros, aunque sufrimos su separación como Jesús ante la muerte de su amigo lázaro, podemos hacerlo con una gran paz. Creo que es la paz de Dios en el que confiamos.
Termino con la pregunta de Jesús a Marta: “¿Crees esto?”
A.A.
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