Unidad Pastoral Santa María de Olárizu
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comentario B TO 16 210718
Marcos describe con detalle la situación. Jesús se dirige en barca con sus discípulos hacia un lugar tranquilo y retirado. Quiere escucharles con calma tras su primera correría evangelizadora y desean compartir su experiencia con quien los ha enviado.
El propósito de Jesús queda frustrado. La gente descubre su intención y se le adelanta corriendo por la orilla. Cuando llegan al lugar, se encuentran con una multitud y Jesús reacciona ante este cambio de situación. Cambio que es enseñanza para los suyos: los discípulos han de aprender a tratar a la gente; en las comunidades cristianas se ha de recordar cómo era Jesús con esas personas anónimas, de las que nadie se preocupa. “Al desembarcar, Jesús vio una multitud y se compadeció de ella, porque andaban como ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas”.
Lo primero que destaca es ese Jesús de ojos abiertos. Los ve y se conmueve. No se irrita porque hayan interrumpido sus planes. No le molesta la gente. Su sensibilidad intuye la desorientación y el abandono en que se encuentran los campesinos de aquellas aldeas.
En la Iglesia tenemos un doble reto: Hemos de aprender a ver a la gente como Jesús: captando el sufrimiento, la soledad, el desconcierto o el abandono que sufren muchos. La compasión no brota de la atención a las normas o el recuerdo de nuestras obligaciones. Se despierta en nosotros cuando vemos con la sensibilidad de Jesús y atentamente a los que sufren.
Desde esa visión y sensibilidad, Jesús reconoce la necesidad más profunda de aquellas gentes: andan “como ovejas sin pastor”. La enseñanza que reciben de los letrados de la Ley no les ofrece el alimento que necesitan. Viven sin que nadie cuide realmente de ellas. No tienen un pastor que las guíe y las defienda.
Un segundo problema que tenemos la iglesia. Actualmente las personas, en la cultura actual, de posverdad, de canonización de lo propio y satanización de lo ajeno, no hay autocrítica y, lógicamente, no buscan pastor, no tienen necesitad de alguien que les acompañe y señale los jalones del recorrido, ni los puntos de dificultad, ni los entrenamientos necesarios. En general la gente se considera autosuficiente. Y libre para actuar... y sin abrirse a que alguien sugiera el camino….
Y por eso los libres botellones sin pensar en las consecuencias. Y por eso algunas actuaciones del legislativo y algunas leyes para ser más “libres”. Y por eso se nos repiten una y cien veces noticias en los medios de comunicación sobre colectivos marginados hasta ocupar un porcentaje nada desdeñable de los informativos mientras que otros colectivos, otras realidades, precisamente de los más desechados de esta sociedad del primer mundo, quedan marginadas o, simplemente, olvidadas….
Movido por su compasión, Jesús “se pone a enseñarles muchas cosas”. Con calma, sin prisas, se dedica pacientemente a enseñarles la Buena Noticia de Dios. No lo hace por obligación. No piensa en sí mismo. Les comunica la Palabra de Dios, conmovido por la necesidad que tienen de un pastor.
Fuera de la iglesia nos tocará más expresar con el ejemplo que vivimos libres y felices acompañados del maestro, siguiendo la voluntad de Dios. Al interior de la iglesia, entre nosotros los que hemos acudido a la celebración de la eucaristía de este domingo hay también tarea. Porque entre normas, leyes, comentarios y rumores no hemos de aceptar como normal la desorientación religiosa dentro de la Iglesia. Porque todos los cristianos hemos de reaccionar de manera lúcida y responsable, como se repite mucho ahora, con discernimiento y en sinodalidad. Porque en esta época que prima la sensibilidad ecológica que se quiere cuidar también en la iglesia, hemos de anunciar una mejor alimentación para los cristianos. Esa alimentación que nos dice que no solo de pan vive el hombre. Porque son necesarios esos pastores que transmitan el mensaje de Jesús.
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