Unidad Pastoral Santa María de Olárizu
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comentario C to16 250720
El episodio con nuevos protagonistas… y desaparecen los varones (no aparecen ni los discípulos que acompañan a Jesús, ni Lázaro, el hermano). En la casa de la pequeña aldea de Betania, Jesús se encuentra a solas con dos mujeres Marta y María que adoptan ante su llegada dos actitudes diferentes.
Marta, quizás la hermana mayor, acoge a Jesús como ama de casa y se pone a su servicio. Es natural. Según la mentalidad de la época, la dedicación a las faenas del hogar era tarea exclusiva de la mujer. María, por el contrario se sienta a los pies de Jesús para escuchar su palabra. Su actitud sorprende, está ocupando el lugar propio de un discípulo, que solo corresponde a los varones.
En un momento determinado, Marta, ¿absorbida por el trabajo? ¿Desbordada por el cansancio? ¿Abandonada por su hermana? ¿Incomprendida por Jesús? Dice a Jesús: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano».
La respuesta de Jesús es importante. Lucas la redacta pensando quizás en las desavenencias y pequeños conflictos que se producen en las primeras comunidades a la hora de fijar las diversas tareas: «Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa por muchas cosas cuando en realidad solo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y nadie se la quitará».
Jesús no critica a Marta su actitud de servicio, es la tarea fundamental en todo seguimiento a Jesús, pero la invita a no dejarse absorber por su trabajo hasta el punto de perder la paz. Y recuerda que la escucha de su palabra ha de ser prioritaria para todos y todas, también para las mujeres.
Se tiene que notar que en cada eucaristía dominical cuidamos y queremos cuidar la acogida del Evangelio en la comunidad, en la Unidad Pastoral Santa María de Olárizu en medio de la sociedad secular y plural de nuestros días. No solo aquí. Hay cristianos que a solas, abren diariamente el librito que ofrecimos en el tiempo de navidad y leen el evangelio del día y rezan con ese texto y con lo que Dios les dice en ese fragmento del evangelio. Nada hay más importante. Nada más necesario. Añado algo. Hemos de aprender a reunirnos mujeres y varones, creyentes y menos creyentes, en pequeños grupos para escuchar y compartir juntos las palabras de Jesús.
Esta escucha del Evangelio en pequeñas células puede ser hoy la matriz desde la que se vaya regenerando el tejido de nuestras parroquias frágiles, pequeñas, sencillas vasijas de barro donde va el agua de vida que es el evangelio, la buena nueva de Jesucristo. Si el pueblo sencillo conoce de primera mano el Evangelio de Jesús, lo disfruta y lo reclama a los que se entienden propietarios y gerentes de la parroquia o de la diócesis, nos arrastrará a todos hacia Jesús.
En los meses de verano no aparecerán las hojas de canto. Si quieres soñar con la iglesia que hace falta para nuestro momento al hilo de la reflexión de los obispos “El contraste paciente”. PINCHA ABAJO.