Unidad pastoral Santa María de Olárizu / Olarizuko Andre Maria Pastoral Barrutia

Miércoles 16 de Octubre del 2024

comentario B TO27 241006

fano


Jesús en el candelero, como esta semana la Barbara Rey. Muchos interesados en lo que dice. En el evangelio que escuchamos los fariseos le plantean una pregunta.

No es una cuestión sin importancia, es un hecho que hace sufrir mucho a las mujeres de Galilea y es motivo de vivas discusiones entre los seguidores de diversas escuelas rabínicas: “¿Le es lícito al hombre repudiar a su mujer?”.

No se trata del divorcio que conocemos hoy. Es más hondo, se trata de la situación de la mujer judía en el matrimonio, controlado absolutamente por el varón. Según la Ley de Moisés, el marido podía romper el contrato matrimonial y expulsar de casa a su

esposa. La mujer, por el contrario, sometida en todo al varón, no podía hacer lo mismo.

Jesús descoloca, o mejor, coloca la pregunta en su sitio. No entra en las discusiones de los rabinos. Invita a descubrir el proyecto original de Dios, que está por encima de leyes y normas. En concreto, esta ley “machista”, se ha impuesto en el pueblo judío por la dureza del corazón de los varones, que controlan a las mujeres y las someten a su voluntad.

Jesús ahonda en el misterio original del ser humano. Dios “los creó hombre y mujer”. Los dos creados en igualdad. Dios no ha creado al varón con poder sobre la mujer. No ha creado a la mujer sometida al varón. Entre hombres y mujeres no ha de haber dominación por parte de nadie.

Por esta estructura del ser humano, Jesús ofrece una visión del matrimonio que va más allá de todo lo establecido por la Ley. Mujeres y varones se unirán para “ser una sola carne” e iniciar una vida compartida en la mutua entrega, sin imposición ni sumisión.

Este proyecto matrimonial es para Jesús expresión del amor humano. El varón no tiene derecho alguno a controlar a la mujer como si fuera su dueño. La mujer no ha de aceptar vivir sometida al varón. Es Dios mismo quien los atrae a vivir unidos por un amor libre y gratuito. Jesús concluye de manera rotunda: “Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre”.

Con esta posición, Jesús destruye de raíz el fundamento del patriarcado bajo todas sus formas de control, sometimiento e imposición del varón sobre la mujer. No solo en el matrimonio, sino en cualquier institución civil o religiosa.

Hemos de escuchar el mensaje de Jesús. No es posible abrir caminos al reino de Dios y su justicia sin luchar activamente contra el patriarcado. Y eso significa que la iglesia tenemos tarea: Reaccionar en la Iglesia con energía evangélica contra tanto abuso, violencia y agresión del varón sobre la mujer. Defender a la mujer de la “dureza de corazón” de los varones. Que suerte si el proceso de sinodalidad que se celebra en Roma ayuda a ello. Que suerte si entre nosotros buscamos caminos que hagan realidad esta tarea


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