Unidad Pastoral Santa María de Olárizu
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comentario C to29 251019
«Es necesario orar siempre, sin desanimarse» es el objetivo de la parábola que Jesús narra en el evangelio de hoy. Así ha sido leída casi siempre.
Pero, en el contenido del relato y su conclusión se intuye que la clave de la parábola es otra. Cuatro veces se repite la expresión «hacer justicia». Más que modelo de oración, la viuda del relato es ejemplo de lucha por la justicia.
En la parábola aparece un juez que «ni temía a Dios ni le importan los hombres». Es la encarnación de la persona centrada en sí misma y en su comodidad… alguien que ni entiende ni puede entender la justicia como la entiende Dios. Alguien con poder que no teme la justicia de Dios y no respeta la dignidad ni los derechos de los pobres. Y personas así ha habido, hay, habrá. No son casos aislados. Los profetas del antiguo testamento denuncian la corrupción del sistema judicial en Israel y la estructura que olvida a los pobres y olvida más a las pobres de aquella sociedad patriarcal.
El segundo personaje es una viuda en medio de una sociedad injusta. Ella sufre los atropellos de un «adversario» más poderoso que ella. Ella, es víctima de un juez al que no le importa en absoluto su persona ni su sufrimiento. Le dan por todos los lados diríamos hoy en día. Así viven millones de mujeres de todos los tiempos en la mayoría de los pueblos.
En la conclusión de la parábola, Jesús no habla de la oración. Hace pregunta su confianza en la justicia de Dios: «Dios, ¿No hará justicia a sus elegidos que claman ante él día y noche?». Es una pregunta que nos hace a cada uno. Es un reto a nuestra imagen de Dios, y a nuestra confianza en Dios. Estos “elegidos” no somos «los miembros de la Iglesia», los elegidos, sus elegidos son los pobres de todos los pueblos, que claman pidiendo justicia. De ellos es el reino de Dios.
Luego, Jesús hace una pregunta que es todo un desafío para sus discípulos: «Cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?». “esta fe” dice la pregunta. No está pensando en la fe como un credo repetido, sino en la fe que alienta la actuación de la viuda, modelo de indignación, resistencia activa y coraje para reclamar justicia en aquella sociedad; en esta sociedad, en cualquier sociedad.
Esa fe y esa oración, la que se nos pide a los creyentes. Una espiritualidad cristiana con cánticos sí y con muchos gritos de indignación, con agradecimiento a lo que tenemos y con más deseo de un mundo más humano, con confianza en el amor generoso de Dios y con más, mucha más hambre, de justicia.
Hoy estamos celebrando en domingo del DOMUND. Un día que nos despierta y nos señala el horizonte de nuestra fe, de nuestra espiritualidad, de nuestra hambre de justicia.
AÑADO LA ORACIÓN PARA ESTE DIA DEL DOMUND
Padre bueno, haznos "gente de primavera",
con una mirada siempre llena de esperanza
para compartir con todos.
Ayúdanos a mantener encendida
la llama de esa esperanza,
para que se convierta en una gran hoguera
que ilumine y dé calor
a un mundo abrumado por densas sombras.
Te pedimos por los misioneros y misioneras
que, siguiendo tu llamada,
han ido a otras naciones para dar a conocer
el amor que nos has tenido en Cristo.
Haz de ellos y de todos nosotros
misioneros de esperanza entre los pueblos,
impulsados a acoger, como Él y con Él,
el clamor de la humanidad.
Te lo rogamos por medio de María,
Madre de Jesucristo, nuestra esperanza.
Amén.
Si quieres ver la hoja de participación de una de las parroquias de nuestra Unidad para este domingo del mes de octubre. PINCHA ABAJO.