Unidad pastoral Santa María de Olárizu / Olarizuko Andre Maria Pastoral Barrutia

Sábado 26 de Julio del 2025

comentario C to17 250727

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«Yo os digo a vosotros: pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá». Es fácil que Jesús dijera estas palabras cuando iba por las aldeas de Galilea pidiendo algo de comer, buscando acogida y llamando a la puerta de los vecinos.

Jesús sabía aprovechar las experiencias más sencillas de la vida para despertar la confianza de sus seguidores en el Padre bueno de todos.

Jesús no dice qué hemos de pedir o buscar ni a qué puerta hemos de llamar. Lo importante para Jesús es la actitud. Ante el Padre hemos de vivir como pobres que piden lo que necesitan para vivir, como perdidos que buscan el camino que no conocen bien, como desvalidos que llaman a la puerta de Dios.

Las tres llamadas de Jesús nos invitan a despertar la confianza en el Padre, pero lo hacen con matices diferentes. Pedir es la actitud propia del pobre. A Dios hemos de pedirle lo que no nos podemos dar a nosotros mismos: el aliento de la vida, el perdón, la paz interior, la salvación. Busca quien está necesitado y, además, da pasos para conseguir lo que no está a su alcance. Así hemos de buscar ante todo el reino de Dios y su justicia: un mundo más humano y digno para todos. Llamar es dar golpes a la puerta, insistir, gritar a Dios cuando lo sentimos lejos.

La confianza de Jesús en el Padre es absoluta. Quiere que sus seguidores no lo olviden nunca: el que pide está recibiendo, el que busca está encontrando y al que llama se le está abriendo. Jesús no dice qué reciben concretamente los que están pidiendo, qué encuentran los que andan buscando o qué alcanzan los que golpean la puerta. Su promesa es otra: a quienes confían en él, Dios se les da; quienes acuden a él reciben «cosas buenas».

Jesús no da explicaciones complicadas. Pone tres ejemplos que pueden entender los padres y las madres de todos los tiempos. ¿Qué padre o qué madre, cuando el hijo le pide una hogaza de pan, le da una piedra de forma redonda, como las que pueden ver por los caminos? ¿O si le pide un pez le dará una de esas culebras de agua que a veces aparecen en las redes de pesca? ¿O si le pide un huevo le dará un escorpión apelotonado, de los que se ven por la orilla del lago?

Los padres no se burlan de sus hijos. No los engañan ni les dan algo que pueda hacerles daño, sino «cosas buenas». Jesús saca rápidamente la conclusión. «Cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que le piden». Para Jesús, lo mejor que podemos pedir y recibir de Dios es su Aliento, su Espíritu, su Amor, que sostiene y salva nuestra vida.


En los meses de verano no aparecerán las hojas de canto. Si quieres soñar con la iglesia que hace falta para nuestro momento al hilo de la reflexión de los obispos “El contraste paciente”. PINCHA ABAJO.


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