Unidad pastoral Santa María de Olárizu / Olarizuko Andre Maria Pastoral Barrutia

Domingo 28 de Setiembre del 2025

comentario C to26 250928

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Según Lucas, cuando Jesús gritó: «No podéis servir a Dios y al Dinero», algunos fariseos que le estaban oyendo y eran amigos del dinero «se reían de él». Jesús no se echa atrás. Al poco tiempo narra una parábola que cuestiona a los que viven esclavos de la riqueza para que abran los ojos y cambien de postura.

Ante el “es lo que hay”, “no hay nada que hacer” Jesús narra esa parábola.

Jesús describe en pocas palabras una situación sangrante. Un hombre rico y un mendigo pobre, que próximos el uno del otro, están separados por el abismo que hay entre la vida de opulencia insultante del rico y la miseria extrema del pobre.

El relato describe a los dos personajes destacando el contraste entre ambos. El rico va vestido de púrpura y de lino finísimo; el cuerpo del pobre está cubierto de llagas. El rico banquetea espléndidamente los días de fiesta y a diario también; el pobre está tirado en su portal, sin poder llevarse a la boca lo que cae de la mesa del rico. Solo se acercan a lamer sus llagas los perros que vienen a buscar algo en la basura.

No se dice que el rico ha explotado al pobre o que lo ha maltratado o despreciado. Se puede decir que no ha hecho nada malo. Sin embargo, su vida entera es inhumana, pues solo vive para su propio bienestar.

Su corazón es de piedra. Ignora totalmente al pobre. Lo tiene delante, pero no lo ve. Está ahí mismo, enfermo, hambriento y abandonado, pero no es capaz de cruzar la puerta para hacerse cargo de él.

No nos engañemos. Jesús denuncia la situación de la Galilea de los años treinta del siglo primero... y la nuestra también. Trata de sacudir la conciencia de quienes nos hemos acostumbrado a vivir en la abundancia teniendo junto a nuestro portal, y a unas horas de vuelo, a pueblos enteros viviendo y muriendo en la miseria más absoluta.

Es inhumano encerrarnos en nuestra «sociedad del bienestar» e ignorar totalmente esa otra «sociedad del malestar», ahora, con el argumento de las desigualdades e injusticias que nos surgen del modelo de economía que tenemos. Es cruel seguir alimentando esa «secreta ilusión de inocencia» que nos permite vivir con la conciencia tranquila pensando que la culpa es de todos y de nadie.

Y ya que la realidad es como es, acomodarnos a ella y no hacer nada, nunca es el camino para un creyente, para una persona, para un ser humano. Es tarea romper la indiferencia. Resistirnos a seguir disfrutando de un bienestar vacío de compasión. No continuar aislándonos mentalmente para desplazar la miseria y el hambre que hay en nuestro derredor y en el mundo hacia una lejanía abstracta para poder así vivir sin oír ningún clamor, gemido o llanto.

El Evangelio nos puede ayudar a vivir vigilantes, sin volvernos cada vez más insensibles a los sufrimientos de los abandonados, sin perder el sentido de la responsabilidad fraterna y sin permanecer pasivos cuando podemos actuar.

 

Si quieres ver la hoja de participación de una de las parroquias de la Unidad Pastoral Santa María de Olárizu para este domingo. PINCHA ABAJO.

 


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